Citas de Skulduggery Pleasant

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Tal y como os prometí en la reseña del primer libro de Skulduggery Pleasant, aquí os traigo las citas de dicho libro para que conozcáis a este esqueleto tan peculiar. ¡Disfrutadlo!

Gordon: «Tu camino no es de nadie más que tuyo, y no es mi deseo desviarte de él; pero a veces nuestro peor enemigo somos nosotros mismos, y la mayor batalla que podemos luchar es la que nos enfrenta a la oscuridad interior«.

Madre: «Los hombres se inventaron para arreglar motores y colgar estantes«.

Skulduggery: «No es por nada, pero parece como si estuvieras a punto de desmayarte«.
Stephanie: «La verdad es que nunca me he desmayado, pero creo que tiene usted razón«.
Skulduggery: «¿Quieres que te sostenga al caer, o prefieres…?»
Stephanie: «Si no le importa sostenerme…»
Skulduggery: «No te preocupes, no hay problema«.
Stephanie: «Gracias«.

Skulduggery: «Ocurrió hace unos diez o quince años: estaba durmiendo tranquilamente cuando una especie de duendes me birlaron la cabeza. La desprendieron limpiamente de la columna vertebral, y yo no me di cuenta hasta la mañana siguiente«.
Stephanie: «¿Y no notaste nada?»
Skulduggery: «Ya te he dicho que estaba dormido. O meditando, más bien. Cuando medito, no veo, oigo ni siento nada externo«.
Stephanie: «Perdona, pero estábamos hablando de cuando perdiste la cabeza«.
Skulduggery: «No la perdí. Me la robaron, que no es lo mismo«.

Skulduggery: «No te vendría nada bien meterte en este lío«.
Stephanie: «Pero es que ya estoy metida«.
Skulduggery: «Pero tal vez podamos solucionarlo«.
Stephanie: «Pero es que yo no quiero solucionarlo«.
Skulduggery: «Pero sería lo más conveniente para ti«.
Stephanie: «¡Pero yo no quiero!»
Skulduggery: «Pero tal vez…»
Stephanie: «¡No vuelvas a empezar otra frase con «pero»!»
Skulduggery: «Es verdad. Perdona«.

Skulduggery: «Stephanie, me da la impresión de que no respetas mi autoridad«.
Stephanie: «Es que no la respeto«.

Stephanie: «¿Hay alguna prueba que permita comprobarlo, o algo así?»
Skulduggery: «Sí, hay una. Si te cortan la cabeza y te vuelve a crecer, es que puedes hacer magia«.
Stephanie: «Estás volviendo a tomarme el pelo, ¿verdad?»
Skulduggery: «Efectivamente«.

Skulduggery: «Discúlpala, siempre está con la boca abierta. Se queda así cada vez que conoce a alguien nuevo«.

Stephanie: «Skulduggery, te juro que si no me das una respuesta clara, voy a traer al perro más grande del mundo y le voy a mandar que haga un agujero y te entierre en él«.

Skulduggery: «Las puertas son para gente sin imaginación«.

Stephanie: «Yo no soy ninguna señorita«.
Skulduggery: «Ya, pero eres lo más parecido que tengo a mano«.

Stephanie: «¿Qué es eso?»
Skulduggery: «¿A ti qué te parece?»
Stephanie: «Me parece un paquete«.
Skulduggery: «Exactamente«.
Stephanie: «¿Pero qué tiene dentro?»
Skulduggery: «Si te lo digo, le quitaré al paquete su razón de ser«.
Stephanie: «¿Y cuál es su razón de ser?»
Skulduggery: «Ocultar lo que tiene dentro para que te lleves una sorpresa al abrirlo«.

Meritorius: «Skulduggery, se diría que los problemas te pisan los talones. ¿No crees?»
Skulduggery: «Bueno, yo no lo describiría así. Es más bien como si los problemas se acomodaran ante mí y esperaran mi llegada«.

Stephanie: «¿En qué piensas?»
Skulduggery: «En un montón de cositas ingeniosas«.

Stephanie: «Ah, me parece una buena idea«.
Skulduggery: «No es buena: es buenísima«.

Skulduggery: «Necesito que te quedes aquí fuera por si algo sale terriblemente mal«.
Stephanie: «¿Qué puede salir terriblemente mal?»
Skulduggery: «No sé, unas quince o dieciséis cosas que no me voy a poner a enumerar ahora«.

Skulduggery: «Todo debería ir viento en popa, como aquel que dice«.
Stephanie: «¿Quién es el que lo dice?»
Skulduggery: «Pues no sé. Algún marino, supongo«.

Skulduggery: «Dejar un rompecabezas sin resolver es como dejar una canción sin cantar. Es condenarlo a la inexistencia«.

Skulduggery: «¿Has visto? Soy un genio, no lo puedo negar«.
Stephanie: «¡Pero si solo la has tocado!»
Skulduggery: «Ya, pero ha sido un toque genial«.

Serpine: «¿No vas a decirme que «me emplee a fondo»?»
Skulduggery: «No, la verdad es que iba a pedirte que me tortures con cuidado. Hoy estoy un poco sensible, ¿sabes?»
Serpine: «Esta es tu última oportunidad. Dime dónde está la llave«.
Skulduggery: «Vale«.
Serpine: «¿De verdad?»
Skulduggery: «No, era una broma. Empléate a fondo, anda«.

Skulduggery: «¡Venga, animaos! Total, todos vamos a tener una muerte horrible, así que es mejor no preocuparnos. ¿No os parece?»

Stephanie: «A mi tampoco me importaría tener una hermana«.
Tanith: «¿Y crees que es posible?»
Stephanie: «Bueno, no creo que mis padres se molesten. Al fin y al cabo, ya tienen una hija perfecta; no creo que puedan aspirar a nada más«.

Skulduggery: «Eres mucho más fuerte de lo que piensan, incluso más de lo que piensas tú misma«.
Stephanie: «Me gustaría que tuvieras razón«.
Skulduggery: «Yo siempre tengo razón, querida«.

Skulduggery: «Me vendrá bien tener a alguien que pueda luchar a mi lado. Tú tienes algo, Valquiria. No sé exactamente lo que es, pero te miro y…»
Stephanie: «¿Y te recuerdo a ti mismo cuando tenías mi edad?»
Skulduggery: «¿Eh? Ah, no, qué va. Lo que quería decir es que hay algo en ti que resulta verdaderamente cargante, y nunca haces lo que se te dice, y a veces incluso dudo de tu inteligencia. Pero aún así voy a aceptarte como discípula, porque me gusta tener siempre a alguien que me pise los talones como un perrito faldero. No sé, hace que me sienta satisfecho conmigo mismo«.
Stephanie: «Eres un tarado, ¿sabes?»
Skulduggery: «Lo que pasa es que te da envidia mi toque genial«.
Stephanie: «¿No puedes dejar de pensar en ti mismo ni siquiera por un momento?»
Skulduggery: «Me encantaría, pero no es posible…»
Stephanie: «Para ser un tipo sin órganos internos, tienes un ego verdaderamente notable«.
Skulduggery: «Para ser una chica que no puede estar de pie ni dos segundos sin caerse de culo, tienes una actitud verdaderamente crítica«.
Stephanie: «Lo de mi pierna tiene arreglo«.
Skulduggery: «Sí, y yo con mi ego me las arreglo de maravilla. Somos tal para cual«.

Parte favorita de Skulduggery:
Stephanie: «Señor Pleasant, es usted un esqueleto«.
Skulduggery: «Ah, sí, ahí está la cosa. Sí, como bien dices, soy un esqueleto. Llevo ya unos cuantos años siéndolo«.
Stephanie: «¿Me estoy volviendo loca?»
Skulduggery: «Espero que no«.
Stephanie: «Entonces, ¿es usted real? ¿Existe de verdad?»
Skulduggery: «Supongo que sí«.
Stephanie: «O sea, que no es seguro que exista«.
Skulduggery: «Bueno, tengo la razonable certeza de que existo. Aunque siempre puedo estar equivocado, claro. Podría ser una horrible alucinación, un producto de mi mente«.
Stephanie: «¿Quiere decir que tal vez sea usted fruto de su propia imaginación?»
Skulduggery: «Bueno, cosas más raras se han visto. Y se siguen viendo con alarmante regularidad, por cierto«.
Stephanie: «Esto es rarísimo«.

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