Bueno, ya sé que en la anterior entrada hice referencia a esto… pero ahora voy a hacerlo más claramente:
Feliz Cumpleaños Alexia ^_^
Y ahora un miniregalillo:
El Cumpleaños
Un par de días antes de mi día del nacimiento estaba caminando ociosamente por el camino que llevaba a las naves de la
Confederación. Mi madre me había llamado, se había descubierto vida alienígena en uno de los planetas que circundaban una bonita estrella amarilla. Esperaba que yo, como cambiaformas, me adaptase a la vida en ese planeta y aprendiese lo que pudiese de esos seres. Así que, sin esperar a celebrar mi día, me vi preparando un viaje a un planeta en el que nadie me conocía.
Cuando me subí a la nave, aún tuve fuerzas para preguntar a mi madre, «¿No tienes nada que decirme?» a lo que ella respondió con un encogimiento de hombros, sin entender la pregunta. Parecía que no se había acordado.
La nave, una pequeña capsulita que contenía todo lo necesario para el corto viaje, puesto que sería expulsada de una nave mucho más grande, tenía además unos retropropulsores preparados para hacer que mi aterrizaje no fuera nada movido. También tenía, como concesión al viajero, una escotilla por la que mirar hacia donde se dirigía. Según mi profesor, ya no era realmente necesaria, puesto que ninguno de los viajeros normales que usan estas cápsulas sienten la más mínima curiosidad por dónde van a acabar.
Para mí fue algo increíble, ver como la negrura absoluta del espacio, aunque esté parcheado de pequeños puntos luminosos, acaba absorbida por un azul brillante y masa planetaria donde la vida ha sido capaz de desarrollarse es algo mágico.
Cuando la esfera descendió suavemente, tras un viaje un tanto accidentado por la atmósfera en busca de un lugar alejado de las inteligentes criaturas que lo habitan, pude observar que la escotilla estaba mal colocada. Ahora solo me mostraba el suelo. Empujé la puerta con fuerza, consiguiendo que se moviese con brusquedad hacia un lado la esfera completa.
Según mi reloj quedaban solo diez cronas antes de que fuera el día que nací. Según mi padre, debería acabar esta misión antes si quería poder celebrarlo. Todavía no me habían dicho qué forma debía tomar, así que decidí acercarme a alguna de las ciudades de las criaturas y, sin ser vista, observar una forma con la que intercambiarme.
Teóricamente, cuando un metamorfo más experimentado tiene una misión como esta se le avisa y se le muestran holovídeos y holoimagenes de las criaturas que tiene que representar. A mí, como nadie esperaba tener que mandar una misión en este sistema, nadie me había avisado ni mostrdo nada. Así que decidí investigar.
Tras un crona, conseguí llegar a una zona de la ciudad que estaba mal iluminada, allí descubrí que las formas de este planeta son muy diversas, los hay amplios y los hay finitos. También hay algunos que parecen amenazadores mientras que otros son amigables con los que les rodean.
De hecho, cuando vi a un grupo de jóvenes de la especie sentí deseos de mezclarme con ellos cuanto antes, había una persona a la que estaban felicitando y congratulando, aún cuando no distinguía del todo lo que podían significar los sonidos que emitía la especie. Decidí que hacerme pasar por cualquier joven bastaría.
Uno de los que le estaban felicitando parecía mareado. Sus sonidos no se parecían a los del resto, había una cualidad en ellos que solo sabría describir como pastosos. Los demás estaban más ocupados intentando que no molestase a la que era el centro de atención que prestándole verdadera atención. Era la víctima perfecta.
Con el suave dolor que cada metamorfosis me hace sentir, convertí mi aspecto exterior en una réplica perfecta del extraño joven. Cuando le empujaron otra vez, me acerqué a él y le dejé inconsciente. Mi misión no me permitía darme a conocer en ningún caso, y, aunque hubiese sido más fácil simplemente alejarme de allí con mi nuevo cuerpo, decidí que quería saber por qué era el centro de atención la hembra esa.
Cuando me volví a acercar al grupo, me di cuenta de que todos estaban extasiados con el cambio, así que me tambaleé un poco para hacer ver que seguia siendo el mismo. Algunos de ellos se rieron despectivamente. Sentí ganas de estrangularlos. La chica, sin embargo, parecía preocupada.
Se me acercó y empezó a soltar esos sonidos tan extraños. Para mí no significaban nada, pero me di cuenta de que parecía molesta con los demás. Me llevó a un lado y noté su agradecimiento hacia mi persona. En mi propio idioma dije que mi día estaba cerca y que ojalá tuviera amigos como los suyos. Ella me respondió en su idioma… un poco asustada pero parecía haber comprendido lo que había dicho. Entonces me di cuenta. Eso significa que hablan nuestro idioma, podía ser un descubrimiento vital. Entonces pronunció su nombre en mi idioma «La que baila con las estrellas», y me fijé más en ella. Era hermosa, con un estilo único. Evidentemente a mi especie eso no le solía importar demasiado, cuando nos cansábamos de un aspecto, elegíamos otro cualquiera. Pero ella tenía algo, algo que la hacía diferente a todas las demás.
Me dijo que no me preocupase, que sabía que yo no podía ser el desgraciado ese que había estado diciendole cosas obscenas. Cuando le pregunté qué quería decir con obscenas, ella sonrió y dijo que eso no importaba. Los miembros masculinos de esta especie suelen distraerse con facilidad de las cosas importantes, ¿tú no eres así, verdad? me dijo confiada.
La vida es extraña, le dije, pues en mi especie hemos descuidado los aspectos superficiales tanto, que a veces se nos olvidan los importantes porque los confundimos. Parece que lo importante siempre acaba siendo víctima del tiempo.
Su sonrisa se intensificó, no pude evitar darme cuenta de que, sin duda, estaba perdiendo la cabeza. Había dicho que era de otra especie. Esto había hecho fracasar mi misión. No se lo diré a nadie, me dijo. Ahora, ¿quieres venir conmigo?. Hay un sitio donde tienes que estar.
Su planeta me estaba resultando extraño, había muchos colores, muchas formas distintas. Todos los habitantes parecían tener prisa y no miraban a los demás. Podríamos mezclarnos con ellos sin problemas, me dije. Y podría ser feliz estando atado a este planeta, dije mirando a mi acompañante.
Su cara se tiño de un color rojizo que nadie en su especie tenía. Entonces se echó a reír.
Por supuesto, me dijo, pero ese no es tu papel. Tienes que volver con tu gente. Decirles que les irá mejor si no lo hacen. Porque si lo hacen y alguno de ellos les descubre, habrá guerra.
¿Guerra? No entiendo, nosotros os ayudaríamos.
Vosotros acabaríais con nuestra especie. Qué mujer se fijaría en un hombre si tuviese a todo el que quisiera al alcance de la mano con vosotros. Además, si tú eres un indicador, la gentileza de tu raza probablemente nos haría pensar que podíamos aprovecharnos de vosotros sin represalias. – me dijo, con una mirada triste. – así que tienes que irte, y por el bien de ambas especies, decir a tus superiores que no debéis venir aquí.
Llegamos a mi nave.
-¿cómo sabías que estaba aquí?- le pregunté
-Estaba mirando por la ventana, soñando con el espacio y con que este cumpleaños fuese distinto cuando la vi aterrizar. – me respondió.
Mi misión había terminado, la despedida, aún cuando apenas había llegado a conocerla, fue dolorosa. Ambos comprendíamos que habíamos visto algo que no era nuestro destino, pero que nos hubiera hecho felices.
Cuando llegué a mi casa, tenían preparada una fiesta para mí, pero yo no pude sino mirar a las estrellas y recordar esa sonrisa. La sonrisa de la verdadera felicidad.
Solo a ti se te ocurre un relato de ciencia ficción que no entiende ni su tía xDD
Pero escribes muy bien a pesar de no enterarme de nada xD De todas formas, creo que si no me entero es ya de por sí que está muy bien escrito… 🙄
Graciaaas ^o^
Yo quiero que alguien me regale cosas así para mi cumple T.T
Muy boito y diferente, pero me ha encantado.