Título: El último carnaval
Autora: Menchu Garcerán
Editorial: Terciopelo
ISBN: 9788415410485
Precio: 12.95€
Sinopsis: ¿Qué sucedería si un fantasma te pidiera ayuda?
Tras un sueño en el que su antepasada le ruega que la ayude, Gabriela viaja a Venecia para aclarar un suceso ocurrido en el siglo XVIII. En la ciudad de los canales tropieza con Mario, un atractivo italiano que además de colarse en su cabeza, es una pieza clave para resolver el misterio.
Pasado y presente se entremezclarán poniendo en peligro la seguridad de la pareja y dará rienda suelta a la pasión como si se tratara de un guiño del destino.
Opinión: Con la lectura de la sinopsis, este libro irremediablemente tenía que caer en mis manos. Y es que ¿quién se puede resistir al influjo de unos fantasmas que vagan por el mundo por culpa de un amor robado? Lo cierto es que cuando la leí, pensé que habría viajes en el tiempo y que todo se desarrollaría en la Venecia del XVIII, pero me equivoqué. Sin embargo, aunque eso fuera una de las cosas que más me impulsaron a leerlo, la realidad de la novela tampoco está tan mal. A pesar de esa pequeña desilusión, lo que la autora nos presenta, transportado a la actualidad, compensa un poco cualquier preconcepción que pudiera haber tenido.
La trama gira en torno a Gabriela, una española que de pronto tiene «visiones», y es que sin saber cómo ni por qué empieza a ver fantasmas. Pero no unos fantasmas cualquiera, sino el de su antepasada que es clavadita físicamente a ella, y el de su amado ─aunque hasta que no esté en Venecia no empezará a ver sus fascinantes ojos grises─. Y es que el pasado de estos dos personajes oculta un misterio que nuestra protagonista deseará descubrir y resolver, lo que la impulsa a ese viaje a Italia. Aunque la trama en sí es lo suficiente atractiva tengo, sin embargo, unas cuantas pegas que ponerle. Conforme iba leyendo, muchas cosas no terminaban de encajar con lo que se había dicho. Para empezar la aceptación tan general de ese «poder» de Gabriela que solo tiene efecto con tres fantasmas en concreto. Si se dice que esa habilidad desciende del conde de Monteverdi y, por tanto, era algo general, ¿por qué solo tiene efecto con fantasmas que guardan un vínculo con ella? ¿Y por qué decide manifestarse ese poder en ese momento y no en cualquier otro? Por no hablar del guante que se materializa al principio de la novela y el cual no vuelve a aparecer más. ¿Cómo es posible que se materialice? Lo más lógico hubiera sido que se hubiera tratado de otra ilusión más a ojos de la protagonista… Los elementos fantásticos no son una excusa. Si algo no encaja no se puede recurrir al «ah, es que es magia», porque no es así. Todo debe estar unido y argumentado y tener una explicación dentro del mundo que se ha creado. Si no, es simplemente una incoherencia. Por eso tal vez, la excusa del conde de Monteverdi me parece muy floja. Si todo se centraba únicamente en ese triángulo del pasado, me hubiera esperado que Mario también pudiera ver a Angelo, e incluso Alessia o Bruno ver a Lucca (que casi). Así, bajo la excusa de destino, todo me hubiera encajado mejor. Además, eso habría sido un giro que les haría sentir más unidos y conectados de lo que se supone que están per se.
El estilo es otra de las cosas que también me ha llamado la atención. Es cierto que no estoy acostumbrada a leer novela romántica española, sino traducciones del extranjero y demás, pero lo cierto es que me ha sorprendido. Al principio es verdad que la narración no me convencía en absoluto. Ese cambio repentino de voces, sin ninguna separación perceptible, me estaba volviendo loca. No acababa de ubicar quién pensaba qué ni por qué aparecía tan seguido. Conforme avanza la novela no sé si acabé acostumbrándome a eso o directamente todo aparecía en párrafos distintos con saltos de línea que lo diferenciaran. Cada personaje tenía su espacio y su voz, y eran claramente diferenciables, pero al principio no sé qué pasaba. Las descripciones, que son otra cosa importante de la novela, me han gustado bastante. Consigue que te transportes a Venecia y veas en primer plano el desarrollo de la historia. También describe muy bien los lugares históricos y las prendas de época, lo que ocasiona un contraste con las modernas, pues quizá porque se obvien, no hay tanto detalle en ellas. Y no me gusta que se obvien las cosas. Si bien es cierto que los vestidos de época están descritos de forma que puedas verlos en su totalidad, las prendas actuales no tengo ni idea de cómo son. Usan jerséis, eso sí. Lo que me recuerda un pasaje de Mario opinando sobre que nunca había visto a Gabriela sin su abrigo rojo, lo cual es mentira y otra incoherencia, porque páginas atrás había cenado con ella, y dudo mucho que no se quitara el abrigo en toda la velada. Pero si hay algo que verdaderamente tengo que destacar son las descripciones de las escenas de sexo. A pesar de que están hechas con pasión, también hay cierto recatamiento que no me ha gustado mucho. Como ya digo, quizá es porque estoy acostumbrada a otro tipo de sucesos y detalles que aquí he echado en falta. Hay mucha pasión, y muchas chispas, pero me faltaba algo más de juego; más detenimiento y más exploración en las sensaciones que despiertan entre sí. Y no digo que esté mal, ojo, cada uno tiene su estilo; yo solo estoy diciendo lo que me ha extrañado.
Los personajes más importantes, es decir, los protagonistas, son Gabriela y Mario. El resto son secundarios que mueven la trama y que están ahí para hacer que todo cuadre, pero no me ha parecido que sean especialmente remarcables. Quizá el único que más ha podido despertar algo en mí ha sido Marc por su peculiar relación con Gabriela (pobrecito y que me perdone, pero al principio me lo creía gay), pero el resto nada de nada. Bruno (¿o se llama Hugo? Hay una errata horrible en la página 199 en el que le cambian el nombre) me ha decepcionado muchísimo. ¿Dónde fue a parar todo ese arrojo y resolución que tenía la primera vez que bailó con Gabriela? Y Alessia tres cuartos de lo mismo. Aunque te la intenten pintar como una arpía, mucho ladra pero luego poco muerde. Lo cierto es que la pareja principal no tiene ningún problema ni impedimento para estar juntos hasta prácticamente el final, y porque ellos mismos se lo buscan… Así pues, dado que las comparsas de amigos y familiares no tienen nada destacable que sacar a colación, me voy a centrar en la relación de Gaby y Mario. Desde el principio tenemos una relación de repulsión-atracción, de esas que haces que te quedes enganchada al libro y no puedas soltarlo esperando ver el próximo encuentro y cómo les va a explotar toda la tensión que les rodea. Y para mi sorpresa sucede antes de lo esperado. En general todo el personaje de Mario me parece bastante bien construido aunque le hubiera dado más voz en algunas ocasiones. Hacia el final la tiene, pero creo que debería haberla tenido de forma constante durante toda la novela. Conocemos más los pensamientos de Gabriela que los de él, y hubiera preferido un cierto equilibrio entre ellos. Por no hablar de que hubiera podido ver más palpables sus sentimientos desde el comienzo y así poder apreciar una evolución en los mismos. La pasión y todo eso se ve, de acuerdo, pero el nacimiento de ese sentimiento puro queda más diluido, a mi parecer. En cualquier caso, la relación que los une es irresistible e irremediable pues, como indica la aparición de sus antepasados, están destinados a estar juntos y solucionar los errores del pasado.
En definitiva, esta obra, la cual podría englobar perfectamente dentro de un realismo mágico si no fuera por el romance que desprende, me ha resultado toda una sorpresa pues, aunque no incluya viajes en el tiempo ni una introspección de los personajes como me hubiera gustado, me ha mantenido enganchada hasta el final, deseosa de conocer su desenlace.
Impresión general
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Puntuaciones
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Personajes: 7.4
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Amor: 7.7
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Trama: 7.5
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Sexo: 6
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Estilo: 7.6
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Lo tengo empezado lo que pasa es que me ha costado un poco engancharme. La historia no termina de cuadrarme al principio pero espero que poco a poco me vaya enganchando y convenciendo como a ti.
Por cierto que me hubiera encantado que tuviera viajes en el tiempo, me encantan!
Un beso
Dácil