Hoy es un día muy especial, aunque se repita cada año. Se trata del cumpleaños de Alexia. A pesar de su despedida, desde el blog queríamos hacerle llegar una felicitación muy especial. Sin ella, este blog no sería lo mismo. Su maestría a la hora de buscar nuevos contenidos, su ilusión sin parangón son, sin ninguna duda, incomparables e inimitables. Pero más allá de lo que hace por el blog, estas facetas suyas están muy presentes en su vida. Y parece que tenga un tono elegíaco, cuando nada más lejos de la realidad. Es una chica que busca hacer las cosas de la mejor manera posible, aunque eso implique enfrentarse a la gente. La admiro, no lo voy a negar, con muchos motivos. El primero de ellos, y no el menos importante, es lo fiel que es a sí misma. Además, puedes contar con su sinceridad. No te va a engañar nunca. Esa sinceridad lleva aparejada una cierta reserva, puesto que la gente no siempre reacciona bien a la Verdad. Jo, en serio, parece que esté escribiendo un panegírico o una alabanza de las antiguas. Sin duda se merece la alabanza, a pesar de que no soy el más indicado para hablar. Y, como no soy el más indicado para hablar, me gustaría que también vosotros participarais. Ahora me dejaréis mal y no comentaréis, que lo sé yo. Para hacerlo más interesante, aunque no demasiado, voy a poner un pequeño relato, espero que esta vez el final te resulte lo suficientemente cerrado.
Pd: Sé que no va a ser así, y lo hago notar en la última frase, que conste xD Pero creo que he conseguido que el relato quede bien.
La lluvia caía contra las ventanas. Algo había sucedido. Alexia no podía quitarse de la cabeza las últimas palabras de su madre: «Hay un tesoro esperándote ahí fuera, ve a buscarlo». Al salir, solo había visto un mugriento coche, unas farolas cuyas luces tintineaban, y un pequeño cesto. Dentro del cesto, había provisiones para un viaje. Un ligero maullido, sofocado por la comida que había dentro de la cesta, llegó a sus oídos. Se agachó al lado de la cesta y empezó a sacar la comida. No era posible, se dijo. Mientras removía el contenido de la cesta en busca de la fuente del maullido, la puerta se cerró. Asustada, se giró e intentó abrirla. Era imposible moverla.
Estaba ahí, lo sostuvo en sus brazos, un gatito atigrado la miraba con aire de inocencia. Con una sonrisa en el rostro, lo acunó contra su pecho. El gatito, feliz, ronroneó. Con una mirada resuelta, dijo al gatito:
–Pequeño, tenemos que encontrar un sitio para pasar la noche.
El gatito acarició su rostro con una de sus pequeñas zarpas. Alexia recolocó todas las provisiones en su lugar, y, con una última mirada y un último suspiro, dejó el hogar de su infancia. La calle se alargaba, sin final aparente, en ambas direcciones. Ella sabía que si se dirigía hacia la izquierda, podría llegar en algún momento a la tienda en la que su madre hacía la compra. Nunca había viajado hacia la derecha. Súbitamente, se dio cuenta de que, si su madre le había dicho eso, significaba que para conseguir un resultado distinto, para conocer un futuro, no podía transitar por el mismo camino. Al comprender eso, empezó a andar hacia la derecha, el gatito maullaba suavemente dentro del cesto, casi como si aprobara la decisión de la chica.
Al cabo de un rato, llegó a una mansión enorme. Se estaba haciendo de noche, así que Alexia decidió probar su suerte a la hora de conseguir alojamiento. Con suavidad, se acercó a la casa, su falda moviéndose con la ligera brisa que se había levantado.Entre la mansión y la calle había un gran jardín, casi tan grande como el parque en el que ella jugaba de niña. Llamó al timbre de la verja, una voz masculina respondió.
–¿Quién es?
–Soy una joven que no tiene dónde pasar la noche, podría ayudarme –dijo Alexia con voz de niña buena.
La verja se abrió suavemente, pero el gato saltó de la cesta y entró antes que ella.
–¿Pero dónde vas? –dijo Alexia antes de salir corriendo en pos del gatito.
El gatito siguió corriendo a través del jardín, hasta llegar a un apartado invernadero. Allí, entre múltiples plantas de vivos colores perdió Alexia al gatito. Cuando ya se estaba dando por vencida, escuchó un ruido, una maceta que caía y se rompía. Corriendo, y sintiéndose avergonzada por la catástrofe que su mente conjuraba, se acercó a la fuente del ruido. En efecto, una maceta pequeña se había caído, pero donde ella esperaba encontrar un gato, estaba un chico que le paró la respiración momentáneamente. Su cabello del color del carbón, su piel morena, que no cubría ninguna camiseta, sencillamente eran completamente inesperadas. Se movía con torpeza, pero, cuando ella pisó una ramita que había en el suelo, se giró rápidamente.
Sus ojos la taladraron. Nadie podía tener unos ojos así, cada uno de un color. El verde esmeralda de uno solo se magnificaba al compararlo con el azul zafiro del otro. Una sonrisa curva apareció en sus labios.
–¿Tú eres la que ha llamado al timbre, no?.
Sin embargo, algo escamaba a Alexia. Algo en los movimientos del chico, como si acabara de despertarse de un sueño. Sin embargo, estaba embobada, y se acercó, sin miedo, más bien como si estuviera en trance.
–Eres real –le dijo después de palpar su pecho.
–Igual que tú.
–¿Eres el dueño de la casa? –preguntó Alexia.
–Sí, soy el dueño de la casa. Considérate invitada a pasar la noche.
Con paso seguro, cogió su mano y se la llevó hacia la casa.
–Por cierto –dijo el chico– creo que esto es tuyo, y de detrás de una maceta sacó al travieso gatito.
–Gato malo –dijo Alexia antes de cogerlo y atraerlo contra su pecho.
Cuando llegaron a la habitación, Alexia le preguntó, porque aún le habían extrañado más sus respuestas.
–¿Por qué me recibes con tanta amabilidad?
–Esta casa siempre ha sido refugio de los extraviados. O eso decía mi madre. La verdad es que te vi y no pude evitar desear que te quedaras. Eres hermosa.
–No bromees –dijo Alexia sonrojándose–. Ahora en serio,no tengo dinero ni forma de pagarte esto.
–Lo digo en serio –dijo bajando el tono de voz y acercando su rostro. El gatito eligió ese momento para saltar a su rostro desde el pecho de Alexia.
–Parece que tu gato no quiere que me acerque a ti –dijo con una sonrisa mientras se desembarazaba del pequeño incordio y se lo devolvía–. Supongo que querrás tomar un baño.
Alexia se sonrojó avergonzada. No se había dado cuenta, pero había estado sudando mucho durante la caminata que la había llevado hasta allí.
–¿Quieres que te acompañe?– le preguntó con tono socarrón el chico.
–No, gracias– respondió rápidamente.
Después del baño, durante el que ella reflexionó sobre la extrañeza de estar en una mansión de este tamaño a solas con el chico, salió y se encontró un vestido de noche en una silla. Encima, una nota decía: “Me he tomado la libertad de mandar a lavar tus ropas, y de elegirte un vestido para la cena. Espero que no te moleste”.
Su letra, muy adornada y recargada, resultaba tremendamente hermosa. Cómo iba a enfadarse con alguien que se preocupaba tanto por ella. Cuando bajó, con un vestido, del color del mar en calma, entallado, que se ajustaba a sus piernas como una segunda piel, y un escote perfecto para ella, el rostro del chico se demudó. La palidez cubrió su rostro. Él vestía un traje negro, con una camisa blanca con el botón del cuello desabrochado. Sus músculos resaltaban suavemente a través de la tela. Se acercó hacia donde estaba y le ofreció el brazo.
–Estás bellísima– le susurró al oído.
–Gracias– respondió Alexia asombrada del efecto que había tenido sobre él.
La música empezó a sonar en el salón. La cena, servida a la luz de las velas y acompañada de música de violines, resultó encantadora. La lluvia seguía repiqueteando contra las ventanas, pero ahora era un sonido calmante, que traía a la mente el hogar. Y solo algo bueno podía salir de ese momento.
Cuando acabaron de cenar, con la música aún sonando, la invitó a bailar y, justo cuando acababa la canción, la besó. Un beso lento, acompañado del final de la música.
Muchos años después, ambos recordaban con cariño cada momento, cada segundo de esa noche. Había sido el comienzo de una historia que perduraba en el tiempo.
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En fin, ¡feliz cumpleaños para Alexia! Sé que la otra hacedora también te ha felicitado ya, pero aquí tienes. Espero que te haya gustado. Sé que no he conseguido que sea cerrado, pero… no sé, creo que hay mucho contado, ¿no?
¡Felicidades Alexia! Todo lo que ha dicho el hacedor es totalmente cierto… Sigue persiguiendo gatitos, que eres muy buena en lo que haces… ¡¡NO TE RINDAS NUNCA Y QUE PASES UN DÍA GENIAL!!
Muchas felicidades guapa 🙂 espero que regreses algún día
besos
Sí, como bien sabías, te han dejado fatal. Pero bueno, con la ingratitud que hay por doquier no se puede hacer nada…
Muchas gracias por esta bonita entrada ;_;
Con respecto al relato, no es que «quede bien», es que eres un tramposo xDD
Llego tarde (como siempre), pero llego.
De Alexia se pueden decir mil cosas buenas, pero lo mejor es descubrirlas por uno mismo. Aquellos que la conocemos en persona sabemos cómo es realmente, y aquellos que la siguen por la red pueden ver una pequeña parte de esa realidad. Perfeccionista, trabajadora, original, creativa, sincera, reflexiva, multidisciplinar xD son algunos de los detalles de su carácter que creo que cualquiera que haya tratado con ella por internet se habrá dado cuenta (cualquier trato: ver sus proyectos, visitar su devianart, twittear con ella…) pero también es una chica agradable, simpática, tímida, cariñosa, con un gran mundo interior… y si tienes la suerte de que se abra para ti serás una persona afortunada porque no dejaras de descubrir cosas de ella.
Debo decir que sí, Khardan, te ha quedado un gran panegírico con un tono muy elevado. Casi me he sentido en una clase de Retórica jajaja.
Yo estoy con Alexia, ¡eres un tramposo! El relato tiene todo ese aire que es propio de tus relatos, no se explicarlo, pero para mí al leer un relato tuyo sé que es tuyo instantáneamente por algunos detalles que vuelan alrededor: el tono, las descripciones, ese aire mágico aunque la historia no tenga porque ser mágica… Lo primero que me viene a la cabeza siempre es Dianna Wyne Jones., no lo puedo evitar.
La pequeña historia es muy mona, pero parece que algo extraño va a suceder pero luego no sucede nada raro, sí algo bonito. Eres un tramposillo jajaja, se nota que eres más de finales abiertos (aunque eso desespere a Alexia 😛 )
Y bueno, una vez más y con retraso…¡Feliz cumpleaños, Alexia!