Y seguimos por donde nos quedamos con el capítulo 1 de Hakushaku to Yousei.
Créditos por la versión inglesa: Kage Dreams
Traducción al español: Alexia
Editor: Khardan
La madre de Lydia había sido doctora de hadas hasta que se casó con su padre. Antes, vivía en una isla del norte y ayudaba a los ciudadanos con sus problemas con las hadas. A pesar del paso de varios siglos, la vida en esa isla no había cambiado casi nada desde la Edad Media. Pero eso fue hace veinte años. Incluso ahora, siendo parte del Imperio Británico, se dice que esas islas remotas siguen manteniendo sus propias culturas y estilos de vida, pero Lydia no había estado nunca en el hogar natal de su madre. Al casarse con un extranjero, su madre se fue de casa. Así que, aunque quisiera ir, lo más probable es que no fuera bien recibida.
Debido a que perdió a su madre cuando aún era muy pequeña, Lydia tenía pocos recuerdos sobre ella pero, por alguna razón y por extraño que parezca, todavía conservaba claramente en su mente las historias que le contaba sobre las hadas. Los diferentes tipos de hadas, sus personalidades, sus particulares leyes, cómo llevarse bien con ellas… era el legado que le había dejado. Por eso, Lydia decidió que también quería convertirse en una doctora de hadas cualificada. No quería avergonzarse ni ocultar el hecho de que podía ver hadas. Ser diferente debería estar bien. Porque mientras las hadas existieran, lo más probable es que la gente necesitase a los doctores de hadas.
Dejando la casa al cuidado del hobgoblin que vivía allí, Lydia se fue con Nico hacia el puerto con el propósito de visitar a su padre.
En el letrero frente a su casa escribió el mensaje: “Cerrado por negocios”. Aunque lo más seguro es que a nadie le importara lo más mínimo.
Había numerosos barcos de vapor que se alineaban en el muelle, mientras una multitud de pasajeros iba de un lado para otro recorriendo la larga fila de equipajes. Desde aquel puerto, cogería un barco hacia Londres.
Nico iba subido en la maleta de Lydia como si fuera un gato normal.
-Camina con tus propios pies. Pesas.
-Caminar a cuatro patas es agotador -comentó antes de maullar de forma deliberada.
-Discúlpeme… ¿Señorita Carlton?
Lydia se detuvo al escuchar esa voz. Un joven desconocido se quitó el sombrero y sonrió.
-Es un placer conocerla. Su padre es siempre de gran ayuda. Soy Huskley.
-Umm… ¿Trabaja con mi padre?
-Sí, trabajo como su ayudante en la universidad. He venido a conocerla y llevarla a Londres. Viajar usted sola por su cuenta puede ser bastante problemático ¿verdad?
Hablaba muy educadamente. Parecía estar en la veintena, pero sobre todo parecía ser todo un caballero.
-¿Mi padre le pidió que viniera solo para llevarme a Londres? Eso es un abuso de su autoridad.
-No hay de qué preocuparse. Vine a Edimburgo por asuntos de la universidad. Envié a una persona a su casa, pero no había nadie. Temía que acabara perdiéndola.
Lydia no pudo evitar pensar que su padre estaba siendo sorprendentemente atento. Cuando se trataba de algo que no fueran sus investigaciones, se volvía afable y agradable como un niño. Simplemente no pensaba en ciertas cosas.
-Muchas gracias, señor Huskley. ¿Pero cómo supo quién era yo?
-Una dama viajando sola llama bastante la atención.
La verdad es que eso era cierto. Especialmente si se trataba de mujeres jóvenes que aún no estaban casadas, como era el caso de Lydia. Lo más probable es que no hubiera muchas que montasen en un barco ellas solas. Por otra parte, el hecho de vivir por su cuenta era algo casi impensable para familias de determinadas clases sociales. El resultado era que terminaba siendo aún más tachada de excéntrica, pero esas familias no parecían ser de las que mantuvieran a las criadas por mucho tiempo, así que no podía hacer nada. Es el tipo de casa donde a las hadas les gustaba divertirse por la noche.
-En realidad, todo lo que sabía era que su cabello se supone que estaba oxi… quiero decir que era marrón rojizo, así que tuve bastante suerte.
Había estado a punto de decir “oxidado”. Lydia se sintió un poco deprimida por ello ya que, a menudo, el detalle del color de su pelo era motivo de burlas y cuchicheos. La verdad es que su cabello tenía un tono caoba apagado y se sentía acomplejada por ello. Se preguntó si fue su padre quien había dicho eso sobre ella. Para ser sinceros, su padre era tan cortito que lo más probable fuera que no se diese cuenta de los pequeños detalles que molestaban a las jóvenes damas de su edad, así que no creía que se pudiese evitar.
En cualquier caso, Lydia supuso que no serviría de nada decirle lo que pensaba al joven caballero, así que simplemente le sonrió. A pesar de que justo ahora acabase de hacerle un cumplido obligado sobre el color de su cabello, el señor Huskley parecía pensar en Lydia como en una joven dama normal y la trataba como tal. Así que eso era suficiente.
Pero aún así, lo más probable es que su actitud fuese diferente si se pusieran a hablar de hadas. Y eso era algo sobre lo que no podía dejar de preocuparse. Aunque no exteriorizase ningún cambio en su actitud, no cabía ninguna duda de que pensaría que ella era bastante rarita. Pensando en cosas como esa, en el fondo, Lydia no podía evitar mantener una cierta distancia con los desconocidos.
Lo mires por donde lo mires, yo soy yo, pensó para sí misma mientras mantenía la compostura. Lydia le entregó su bolsa a Huskley.
Mientras que para Lydia pesaba, a él no se lo pareció y la cargó fácilmente. Nico saltó de la maleta en cuanto Huskley comenzó a caminar.
-Ey, ¿vas a confiar en él? No es propio de tu padre preocuparse de este tipo de cosas -murmuró.
-¿Qué razón podría tener para acercarse a mí? Si estuviera detrás del dinero de un rescate, habría elegido a alguien más rico, ¿no? Si alguna vez ha habido dinero extra en nuestra casa, mi padre lo debió utilizar para recopilar cosas o para sus investigaciones.
Nico no parecía muy contento, pero permaneció en silencio, incapaz de discutir.
No había ninguna necesidad de preocuparse. Huskley los guió directamente hacia el barco en el que Lydia tenía que embarcar. Sin embargo, lo que resultó ser sorprendente fue…
-Ehm… mi billete no es para esta habitación de clase alta tan lujosa.
La habitación a la que habían sido llevados era muy espaciosa.
-Sí, el profesor hizo la reserva él mismo. Así que, por favor, quédese en esta. Estoy en la habitación de al lado, por lo que si necesita cualquier cosa, hágamelo saber -dijo antes de salir.
Al final, parecía que no había ningún tipo de problema ni peligro.
-¿Ves Nico? Estás siendo demasiado desconfiado.
Lydia se dejó caer en una de las camas.
-Aún hay tiempo antes de partir, ¿verdad?
Justo en el momento en el que pronunció esas palabras, se escuchó un extraño sonido proveniente de una de las esquinas de la habitación.
-…¿Qué ha sido eso?
El ruido había salido del armario. Con cuidado, se acercó y entreabrió la puerta. No había nada en su interior. No la dio tiempo a sentirse aliviada cuando justo en ese momento notó la presencia de alguien detrás de ella.
Una figura surgió de repente de detrás de las cortinas, tapó la boca de Lydia con una mano, inmovilizándola por la espalda. Ella trató de poner resistencia con todas sus fuerzas, pero no podía moverse. Nico bufó, erizando su pelaje. Pero él era solo un gato. No podía hacer nada.
-Por favor, ayúdame… -susurró el intruso al oído de Lydia.
¿Ayuda? ¡Eso es lo que quiero yo! -pensó Lydia mientras continuaba forcejeando.
-Por favor, escucha en silencio. Ese hombre… el que te trajo aquí, es el agente de un villano. Algo terrible te ocurrirá si te quedas aquí.
Su forma de hablar era sorprendentemente tranquila y seria. ¿Pero el señor Huskley el agente de un villano?
Cuando Lydia se relajó, el intruso retiró la mano de su boca, confiando en que ella no gritaría. Aún así, no la soltó del todo.
-¿Qué quieres decir? ¿Quién eres?
-Ese hombre me capturó y me hizo prisionero. Me las arreglé para escapar y esconderme en esta habitación. Fue entonces cuando te trajo aquí. Probablemente, pronto se dará cuenta de que me he escapado. Pero tú también estás en peligro. Así que esperaba que me ayudases.
-No lo entiendo.
-No hay tiempo. Tenemos que escapar antes de que el barco zarpe. Te lo explicaré todo después. Solo puedo pedir que confíes en mí.
Una vez libre, Lydia se giró y miró al hombre a la cara. Era un hombre joven, descuidado y desgarbado. Tenía el pelo castaño alborotado y el rostro sin afeitar. Estudiándolo atentamente, y no dejándose engañar por sus ropas de aspecto pobre, parecía estar sobre los veinte años. A pesar de su desaliñada apariencia, su rostro era extrañamente refinado.
Observó fijamente a Lydia, sin ninguna vergüenza, y ella no pudo evitar sentirse confusa ante sus casi dulces ojos de ceniza color malva.
-¿Qué te pasará si te vuelven a capturar?
-Me matarán.
Lo más aterrador de todo el asunto no fueron sus palabras, sino la sangre que había en sus muñecas que marcaban el roce de haber estado atado. También había un número de marcas delgadas en su cuello, parecidas a las que causaría un cuchillo.
-Esta habitación está al final del pasillo, ¿no? Huskley es probablemente un alias que utiliza, pero no puedes ir a ningún sitio sin pasar por delante de su habitación. Tiene la intención de mantenerte vigilada de esa forma. Si sales, sus hermanos pequeños te estarán vigilando constantemente. Son ocho y todos son hombres. En este momento, hay seis de ellos en este barco. Todos son fuertes y muy buenos luchadores. Huskley es el mayor de todos y son un grupo unificado que comete delitos -echó un vistazo a la puerta-. Aunque intentes salir a hurtadillas, han colocado una cuerda a lo largo de la puerta, para que inmediatamente se enteren de que has salido. Lo más probable es que estén planeando drogarte o algo parecido y dejarte en un puerto cualquiera.
Si mirabas atentamente, se podía ver un hilo fino atado al pomo de la puerta. Aquello fue más que suficiente. No había necesidad de que un ayudante de su padre, que había sido enviado para llevarla a Londres, hiciera algo parecido. Lydia se cruzó de brazos y se puso delante del joven.
-¿Y cómo escapamos de aquí?
[Sigue leyendo]
Wow, cada vez me gusta más *//* La verdad es que me da muy mala espina el "ayudante" del padre ¬.¬ A saber qué le haría a la pobre Lydia en mitad del mar…