Créditos por la versión inglesa: Kage Dreams
Traducción al español: Alexia
Editor: Khardan
-…Me siento como si hubiera recibido cumplidos para toda una vida -murmuró Lydia mientras tomaba algo de aire fresco en la cubierta.
El mar estaba oscuro y no se veía nada. El vapor de los motores del barco se elevaba cubriendo la luna en la neblina.
-Joder, esos sirvientes me dieron leche en un plato para cenar. Como si pudiera beber leche de un plato. ¡Después de todo, no soy un gato! -dijo Nico con aire de supuesta arrogancia, desde una tumbona. Pero daba igual cómo lo mirases, parecía un gato gris. Nico le dio un sorbo a su whisky escocés. Tenía un poco de pescado frito para acompañar la bebida.
-Ey Lydia, diles que sirvan para el desayuno de mañana tortitas, bacon y té con leche caliente con todos los utensilios apropiados.
-Díselo tú mismo. Al fin y al cabo, puedes hablar.
Nico bufó.
-Aunque diga algo, la mayoría de los humanos fingen que no me escuchan.
Bueno, lo más probable es que no quieran admitir que un gato les está hablando.
-Por cierto, ¿qué es lo que quiere ese tipo?
-Todavía no lo sé. Pero dice que es un descendiente del Conde Caballero Azul. Me pregunto si eso tiene algo que ver.
-El Conde Caballero… ¿te refieres al legendario noble que posee territorios en el Reino de las Hadas? En ese caso, el conde podría querer tu ayuda como doctora de hadas.
En otras palabras, Edgar probablemente supiera que Lydia se llamaba a sí misma doctora de hadas. Pero, ahora que empezaba a despejársele la cabeza del vino que había tomado antes, no podía verlo siendo un noble de las hadas, o alguien que las entendiera. Parecía ser más del tipo confabulador con los pies en la tierra.
-Pero tengo la sensación de que no deberías involucrarte. Después de todo, Huskley y el conde parecen ser enemigos. Ambos han estado actuando como caballeros, pero no tienen nada que ver.
-Yo creo que Edgar es muy apuesto.
-Gracias -la voz que oyeron detrás era la suya.
Lydia se ruborizó. Lo había dicho sin pensar. Nunca se había esperado que él pudiera oírla.
-No, eh… Es… ¡Solo estaba diciendo lo que la mayoría de la gente piensa! ¡Así que no tiene nada que ver con el hecho de si me gustas o no!
-Cierto. Después de todo, en cierto modo, te obligué a subir a este barco, así que no espero que me abras tu corazón tan fácilmente. Por cierto, ¿con quién estabas hablando?
-Eh… Eso es…
Miró a Nico, pero este, rápidamente, se hizo un ovillo como un gato.
-¿Es extraño? Hablar con mi gato.
Lydia decidió mostrarse desafiante.
-¿Por qué? Creo que es maravilloso ser capaz de comunicarse con los animales.
No hay forma de que piense eso.
Aunque así fuera, no pudo captar ni un solo rastro de burla en su expresión. Pero, al parecer, Edgar había notado el vaso de whisky escocés en la silla de Nico.
-¿Estabas bebiendo otra vez? ¿Ya lo has terminado?
Ella se había ido diciendo que quería tomar un poco de aire fresco para despejarse, por lo que el hecho de beber nuevamente la haría parecer una borracha.
Avergonzada y molesta por la fingida inocencia de Nico, Lydia se enfadó.
-¡N… no fui yo! Nico es el que estaba bebiendo. Es un bebedor, no tiene modales y tiene bastante carácter. Pero, a pesar de todo eso, es muy exigente con la corbata y el brillo de su abrigo. Dice que no puede beber leche de un plato, y quiere tortitas, y bacon, y té con leche para el desayuno… ¡Siempre está pidiendo lo imposible!
Incluso Edgar no pudo evitar mirarla extrañado.
Ya veo, incluso a los ojos de alguien que afirma ser descendiente del Conde Caballero Azul soy solo una friki. No pudo evitar suspirar cuando se dio cuenta.
-No pasa nada si te ríes. No sé qué es lo que querías que hiciera por ti, pero como puedes ver, me pasa algo malo. Déjame desembarcar en el próximo puerto…
De pronto, Lydia se encontró sin palabras cuando, repentinamente, él se acercó. Sus ojos de ceniza color malva la observaron dulcemente desde arriba. Incluso con solo la luz del farol, ella pudo ver claramente sus pestañas rubias. Estaba muy cerca.
-¿Qu… qué…?
-Dicen que los doctores de hadas pueden ver cosas y escuchar voces que la gente normal no puede. Ya veo. Esos ojos verde claro que tienes miran como si pudieran ver a través de los misterios de este mundo.
Parecía que sabía que Lydia era una doctora de hadas, después de todo.
-Exageras. No es para tanto.
-No, cuando la luz los ilumina, tus iris brillan como flores doradas. Te hacen incluso más misteriosa.
Debido a que Lydia siempre había sido tratada como una bruja por causa de sus ojos, recibir cumplidos por ellos la puso nerviosa.
-…Para empezar, ¿eres realmente el descendiente del Conde Caballero Azul? Si es así, supongo que también podrás ver hadas. De lo contrario, no serás capaz de llegar hasta tus propias tierras.
-Lo soy. Pero la capacidad para viajar entre mundos que mis antepasados poseían, y la habilidad para hablar con las hadas, se ha ido perdiendo a través de las generaciones. Lo único que heredé es el título. Mi padre y mi abuelo, y sus padres, han vivido en el extranjero mientras viajaban por el mundo. Por fin he vuelto a Inglaterra, pero antes de que pueda presentarme ante su majestad la reina, necesito la noble espada entregada por el rey Eduardo I al Conde Caballero Azul para probar mi título -Edgar continuó caminando, acercándose a Lydia mientras hablaba, causando que ella retrocediera en respuesta.
-¿N… noble espada?
-Hace unos trescientos años, el conde de la época -Julius Ashenbert- escondió la espada en algún lugar de sus tierras, antes de embarcarse en un largo viaje y terminar muriendo en tierras extranjeras. El lugar donde la ocultó está escrito en una pieza en prosa, y se dice que está protegida por las hadas, y tiene un requisito de tratar con diferentes tipos de ellas… Después de haber perdido esos misteriosos poderes, está más allá de mis habilidades comprenderlo.
-Con tierras, ¿te refieres a las de las hadas?
-También tengo tierras y mansiones en el mundo real. Fueron conferidas junto con el título de las grandes escrituras estipuladas y que ahora se me han transferido.
-Y es por eso que quieres un doctor de hadas…
-Pero ese no es el único problema. Hay quienes van tras el gran zafiro estrellado que adorna la espada.
-¿Y ese es el señor Huskley?
-Correcto. Estaba intentando secuestrarte. No se da cuenta de que la espada es la prueba del título del conde, pero dado que vamos tras el mismo tesoro, quiere matarme. Si muero, la línea de sangre del conde se extinguirá. Así que tengo que encontrarla antes de que me la arrebaten y mi título se pierda. Lydia, por favor, ayúdame.
Lydia se vio forzada a retroceder cuando sintió que Edgar daba un paso hacia ella y, de repente, perdió el equilibrio. Cuando sintió que empezaba a caerse, se dio cuenta de que estaba al borde del hueco de las escaleras.
Edgar rápidamente alargó la mano y la rodeó con su brazo, sosteniéndola firmemente antes de atraerla hacia sí. Lydia, instintivamente, se aferró a él.
-Ten cuidado. Está oscuro -murmuró suavemente.
Lydia nunca había estado abrazada tan cerca a otro hombre que no fuera su padre.
-S… suéltame.
-Si lo hago, te caerás.
Parecía que estaba disfrutando con el hecho de que Lydia no tuviera otra opción que mantenerse agarrada a él.
-¡…Basta ya!
Con Lydia todavía en sus brazos, se balanceó suavemente, como en un baile. Alejando su espalda de las escaleras, la dejó ir a regañadientes. Lydia lo miró fijamente, pero él se limitó a sonreírla impávido.
Sin duda, él no cree que haya ninguna chica con la cual las cosas no vayan de la forma en que él quiera. Por alguna razón, eso la molestaba.
-No creo que seas el sucesor de Conde Caballero Azul. No puedo permitir que un impostor robe la noble espada del conde. Así que…
-¿Te niegas? ¿Nadarás hasta casa desde aquí entonces?
-¿Me estás diciendo que vas a tirarme al mar?
Asustada, Lydia se alejó rápidamente de él y de la barandilla.
-Para nada. No soy una persona tan malvada. Sin embargo, te advertiré que te será difícil regresar a casa o llegar a Londres desde el próximo puerto, ya que no tienes dinero. Además, justo ahora, Huskley y los demás están buscándote desesperadamente.
En otras palabras, Lydia no tenía otra opción.
No había ninguna duda, la estaba amenazando. Lydia no pudo evitar sentir que, decididamente, era un terrible villano.
Edgar sacó una llave del bolsillo interior de su chaqueta.
-Tu habitación. Está en el mismo piso que la mía, al otro lado. Es tuya para que la uses como mejor te parezca.
Apretó la llave contra su mano, antes de desaparecer por el oscuro pasillo.
[Final del capítulo 1]
Holaa!! Soy Viky_7 del forito de laura ^^ que me acabo de hacer un blog =D
Me gusta el blog, me parece interesante ^^ Ya lo leeré con más detenimiento cuando tenga tiempo!
~See U !! 😉
Oooh… vaya malvado… le da una habitación lujosa y la presenta en sociedad xD
La verdad es que parecía como si fuesen demasiado educados para reírse en voz alta de ella -.-
Nico es genial xDDDDDDDD
Me encanta esta esta historia. Es lo máximo. Gracias.