HakuYou – Cap 3 (112-125)

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Sí, lo sé, lo sé. Ha pasado mucho (demasiado) tiempo desde la última vez que colgué un trozo de este libro, pero la verdad es que había perdido las ganas y puede que se fuera notando en la calidad de las traducciones. O no. No sé. En fin, el caso es que espero retomar esto de forma más o menos asidua.
Por el momento, disfrutad de la última parte del capítulo 3.

Créditos por la versión inglesa: Kage Dreams
Traducción al español: Alexia
Editor: Khardan 


Ahh, por fin llegó el momento en el que amanecería estando solo.
-Miau.
Al escuchar el maullido, Edgar se incorporó y miró al gato gris con su corbata alrededor del cuello, mientras este le observaba desde el umbral de la ventana. Era el gato de Lydia. Se preguntó qué estaría haciendo allí, cuando se dio cuenta de que la joven dormía reclinada en la silla, cerca de la chimenea, abrazando el bastón.
-De verdad, no me lo creo -refunfuñó Nico mientras le tiraba un bollo al joven que miraba perplejo a Lydia.
A Edgar le cayó en la cabeza. No sabía si era porque estaba confundido por el golpe, pero no podía creerse que Lydia no hubiese huido, preguntándose el por qué de su decisión, como tampoco podía aceptar el hecho de que el gato tuviera un bollo entre sus patas.
Echó una mirada al bollo que tenía al lado, incapaz de creerse que el gato se lo hubiese dado para que se lo comiera.
-Anda, come -dijo Nico con un tono deliberadamente arrogante.
-Uhm, Nico, ¿verdad? Gracias, pero paso. Así como tú insistes en tomar té caliente, yo también tengo mis preferencias y no acepto comida por caridad.
-Huh, así que entiendes lo que digo.
-…No sé por qué, pero me pones los pelos de punta.
-Oh, ya veo. Eres de los que no son conscientes de que pueden oír. De vez en cuando, hay personas que no son ni de una forma ni de otra. Bueno, no importa, con tal de que puedas entenderme. Escucha, villano. Si le haces algo a Lydia, te arrepentirás -Nico abrió su boca y le enseñó los colmillos a Edgar, mientras le miraba amenazadoramente.
-Así que estás preocupado por Lydia -Edgar miró de nuevo a Lydia-. ¿Por qué no huyó?
-No lo sé.
Aquello era algo con lo que Nico no estaba demasiado contento. Le había dicho a Lydia que, si un villano quería suicidarse, era lo mejor para el mundo. Y aún así, ella no se había ido.
Tal vez se tratase de compasión, ya que Edgar había terminado siendo herido en su lugar, y Lydia pensara que si al final acababa muriendo, ella sería la culpable de ello. Nico pensaba que Lydia era el tipo de persona que simplemente no dejaba a una persona cuando esta dependía de ella. Aunque hubiera sufrido mucho en el pasado por haber sido llamada changeling, o tratada como una excéntrica, ella nunca se había resentido con nadie. En vez de eso, ella creía que algún día, alguien acudiría a ella porque necesitase de sus habilidades para poder actuar como puente entre las personas y las hadas. En la actualidad, a pesar de que la gente del pueblo se burlara de ella al ver el ridículo cartel en el que se llamaba a sí misma doctora de hadas, ella seguía siendo muy bondadosa. Si alguien se encontrara en problemas y necesitase ayuda, ella, sin dudarlo, se la ofrecería.
Por eso ella no podía odiar a Edgar tanto como para abandonarlo a su suerte.
-No creo que se haya enamorado de mí.
-Eso es imposible.
-Sin duda.
Los rayos del sol hicieron que el cabello caoba de Lydia brillara. Edgar se puso de pie y se acercó despacio a Lydia, pero Nico saltó rápidamente hacia el regazo de Lydia.
-¿Me estás diciendo que me aleje? Solo quiero acariciarla un poco, así que dame un respiro.
-No lo creo.
Edgar ignoró a Nico y extendió la mano para tocar el fino cabello que caía sobre su mejilla. Lydia abrió los ojos y la luz brilló en los ojos verde-oro que podían ver a las hadas.
-Buenos días, Lydia.
Muy a pesar de Nico, Edgar se aprovechó de que Nico no estaba atento, y besó a Lydia en la mano.
-Huh… ¿¡Qué estás haciendo, pervertido!? -Lydia dio un respingo hacia atrás debido a la sorpresa.
-No he hecho nada. Por no hablar de que tu gato me estaba vigilando.
Nico suspiró, preguntándose si debería haber tenido alguna compasión por aquel hombre frívolo.
-Oye, Lydia. Me las arreglé para conseguirnos algunos bollos. Desayunemos.
Lydia cogió uno de los bollos que Nico le ofrecía, mientras miraba de forma sospechosa a Edgar.
-Pensaba que me odiabas, pero me alegro de volver a verte.
-…Te odio. Odio a los mentirosos. Así que a ti también te odio.
-Aun así, no me dejaste.
-Eso fue porque soy una doctora de hadas y acepté tu encargo. Pero eso no significa que te conseguiré la espada del Conde Caballero Azul. Si los Merrow la están protegiendo, entonces tengo que hacerte entender que es algo que no puedes conseguir. Los Merrow no son hadas malas, pero tienen peligrosos poderes. Y, enseñar eso a un indefenso ladrón como tú, que no cree en las hadas, es también parte de mi trabajo como doctora de hadas.
-¿Puedo interpretarlo como que estás preocupada por mí?
-…Es más una cuestión de mi política.
-Si unimos fuerzas, estoy seguro de que seremos capaces de conseguir la espada.
-Edgar, ¿me estás escuchando?
-Ahh, así que aún me llamas por ese nombre.
-…Pero ese es tu verdadero nombre, ¿no?
-Estoy tan feliz, Lydia.
Todo iba al ritmo de Edgar. Lydia retrocedió mientras le sostenía la mano.
-¿Realmente no tenías ninguna intención de morir, verdad?
«Claro que no» Pensó Nico.
-Estoy vivo gracias a ti. Eres mi salvadora.
-¡Ya basta, suéltame!
Nico no pudo evitar preocuparse de que ese hombre traería más problemas que los peligrosos Merrow.

*

Scotland Yard visitó la casa de Londres del profesor Carlton, poco después de que este hubiese hablado con un detective sobre lo que sabía. La carta que había recibido hacía unos días de su hija Lydia le informó que estaba planeando dejar Escocia, pero ella no estaba en el barco cuando llegó. Preocupado, porque no había tenido ninguna otra noticia de ella, envió una carta a su casa en Escocia. Sin embargo, al estar demasiado impaciente esperando respuesta, finalmente contrató al detective.
De acuerdo con el oficial que fue a su casa, no había indicios de que Lydia hubiera embarcado en el barco del que había comprado billete. Además, el día que el barco dejó el puerto de Forth, vieron a una joven que iba acompañada de un joven que tenía cierto parecido con la descripción de la persona responsable del robo de la residencia de Gotham en Londres.
-No, todavía no se ha determinado si su hija ha sido secuestrada -agregó el oficial-. Entonces… ¿ha notado algo raro? ¿Algún contacto o alguna amenaza del criminal…? O quizá algo no tan obvio, cosas como gente extraña merodeando por los alrededores o algo que le haya llamado la atención.
-No ha habido nada, pero sería demasiado tarde si hubiese ocurrido algo. Es por eso que contraté a un detective.
A pesar de que normalmente se tomaba las cosas con calma, Carlton no podía evitar impacientarse cuando el tema era su única hija. La posibilidad que hubiera sido secuestrada por un ladrón era algo serio. Se revolvió el pelo, desaliñándolo aún más.
-Bueno, si se entera de cualquier cosa del criminal, por favor, póngase en contacto con nosotros inmediatamente.
-¿Y qué pasa si no recibo ningún mensaje? ¿No van a empezar a buscar a mi hija?
-En este momento nos estamos concentrando en el ladrón, se le busca por toda Gran Bretaña. Es posible que ya haya huido del país, y no podemos determinar la conexión que tiene con su hija. Así que, por favor, entienda que la búsqueda de su hija sería muy difícil –dijo el oficial profesionalmente antes de retirarse.
Carlton se sentó en el sofá y se agarró la cabeza. Se quedó allí sentado, aturdido, y solo volvió en sí cuando su estudiante, que había ido a verlo, le tocó el hombro.
-Profesor, ¿ocurre algo malo? ¿Se siente mal?
-¿Huh? Oh, eres tú, Langley –dijo Carlton pensando en otras cosas. Se ajustó las gafas redondeadas y se puso en pie-. Así es, no puedo quedarme aquí sentado. Es posible que mi hija haya sido secuestrada.
-¡¿Eh?! ¿En serio?
-Bien, voy a ir a buscarla. Langley, ¿podrías encargarte del trabajo por mí?
-Por favor, espere un momento. ¿Dónde va a ir a buscarla?
-Primero miraré en la casa de Escocia, después… -dijo Carlton mientras iba a su cuarto a preparar la maleta. Abrió el armario y empezó a tirar la ropa dentro de la maleta.
-No ha tenido ninguna respuesta de su casa en Escocia, ¿no? Además, ¿tiene usted alguna pista?
-…No.
Las autoridades no tenían ninguna pista de cómo buscarla, así que no había forma de que él pudiera empezar a hacerlo.
-Por favor, cálmese. Pediré a alguna criada que traiga el té. Luego pensaremos en lo que puede hacer.
Langley estaba acostumbrado a tratar con su supervisor. La hija de Carlton consideraba a su padre como una persona incompetente en todo lo que no estaba relacionado con sus investigaciones, y sus estudiantes también lo veían de esa manera. Carlton era delgado, no le daba importancia a su ropa o cabello. Cuando caminaba por el césped de la universidad, iba siempre leyendo y se caía en los agujeros, se tropezaba con los árboles, o terminaba siendo mordido por los perros. Pero esas cosas no afectaban a la opinión que tenían sus estudiantes de sus méritos.
-Sí, tienes razón. Perdón por estar tan angustiado.
Recuperando un poco la compostura, Carlton reconsideró la situación. Si había pasado algo tan serio como un secuestro, o si Lydia solo se había retrasado por algún problema menor, él debería esperar y las cosas se resolverían. Lydia era una chica responsable, por lo que no le había preocupado vivir lejos de ella. Así que solo tendría que esperar a recibir una carta de ella o verla aparecer de pronto.
Aunque, si se hubiera envuelto en ese problema…
Si se trataba de un ladrón, era posible que recibiera una nota de rescate. Pero hasta entonces, no podía hacer otra cosa.
Sin embargo, si el ladrón no tenía pensado pedir un rescate, o si la había tomado como rehén para poder escapar, o si la dejaba cuando ya no la necesitara, o si… Cuanto más pensaba Carlton sobre la situación, más asustado estaba. Ni siquiera el té con brandy conseguía calmarlo.
-El ladrón que irrumpió en la residencia de Gotham… ¿no? Si eso fuera verdad, sería una extraña conexión, ¿no?
Carlton alzó la mirada al escuchar el comentario de su estudiante.
-¿Conexión?
-Bueno, el doctor Gotham vino innumerables veces a la universidad para preguntarle sobre legendarios tesoros escondidos.
Aunque interesado en la rama de historia natural, Carlton se especializaba en los minerales. Era especialmente sabio en cuestión de piedras preciosas y en su trabajo estaba clasificando gemas, no solo las que ya existían, sino también aquellas que se habían perdido con el tiempo, que aparecían en las leyendas. Por ejemplo: la Esmeralda de Alejandro que supuestamente traía gloria a su dueño, el Rubí de Cleopatra que supuestamente traía la ruina, o los más misteriosos como el Cristal de Cassandra, el Ópalo de Salomón, y el Iolito del Rey Salomón. En última instancia, era parte de un intento de categorización general de las maravillas creadas de la naturaleza, y no había ningún misterio oculto en su trabajo. Sin embargo, a menudo, recibía preguntas desde ese ángulo. Carlton recordó finalmente el nombre del doctor Gotham entre esas personas. Y recordó que le había preguntado sobre el legendario zafiro estrellado.
-Ah, ahora que lo mencionas, es el caballero que estaba interesado en saber si la piedra conocida como Estrella de los Merrow existía realmente o no…
-¿Y lo hace?
-Bueno, es una leyenda. Aunque, al parecer, existió hace 300 años. Se suponía que iba a pertenecer al conde Ashembert, que realmente existió. Sin embargo, aunque no es seguro si fue el propio conde o no quien lo hizo, la historia dice que el zafiro estrellado quedó al cuidado de los Merrow, y desde entonces no ha habido ningún rastro de él. Solo aparece en los escritos de F. Brown: “El Conde Caballero Azul”. Ese trabajo es considerado algunas veces como una obra de ficción, por lo que no se puede decir que sea una prueba real, y el paradero del conde es desconocido desde que se fue al extranjero, así que es posible que la gema se haya perdido con él. Si su barco naufragó, todo estaría en el fondo del mar. Es posible que esa idea fuera la raíz de la romántica historia de los Merrow.
¿Pero podría tener eso alguna conexión con Lydia? Justo cuando las cosas parecían que fueran a encajar, apareció la criada anunciando la llegada de otro visitante.
-Ha venido un hombre que dice ser el hijo del señor Gotham.
-¿Cómo?
El profesor salió corriendo de la sala y saludó a su visitante en la entrada.
El hombre se presentó como el tercer hijo de Gotham. En cuanto se sentó en el sofá del salón dijo:
-¿Sabe que mi padre está en el hospital porque un ladrón le disparó? En realidad hay un asunto muy importante del que necesito hablar con usted, profesor Cartlon.
-¿Es por la Estrella de los Merrow?
El hijo pareció un poco sorprendido, pero rápidamente recuperó la compostura y asintió con la cabeza.
-El ladrón no solo estaba detrás del dinero, sino que también estaba interesado en la Estrella de los Merrow. Mi padre había continuado su investigación para localizar la ubicación de la gema, teniendo en cuenta lo que aprendió de usted. Para hacerlo, contaba con una moneda del conde, que tenía un extraño verso gravado en ella, y pensó que podría indicar dónde estaba situada la piedra. El verso contiene una serie de nombres diferentes de hadas y parecía no tener sentido. Así que mi padre buscó a alguien que tuviera conocimientos sobre los fae, y se enteró de que su difunta esposa era una doctora de hadas, profesor.
Carlton apretó su sudosa mano, pensando.
-¿Quieres decir que…?
-Y, sabiendo que su hija estaba promocionándose como una doctora de hadas, estaba pensando en contratarla.
-Ahora que lo mencionas… -dijo Langley repentinamente-. Hace un tiempo, me encontré en la calle con el señor Gotham, y me preguntó por su hija.
-¿Le dijiste que Lydia era una doctora de hadas?
-No, yo solo… bueno… simplemente charlé con él… Han pasado varios años desde la última vez que vi a su hija, y cuando él me preguntó sobre sus facciones, solo pude recordar el color castaño rojizo de su cabello, que parecía óxido -dijo Langley excusándose.
Aunque su estudiante no hubiera dicho nada, no era como si el mismo Carlton estuviera ocultando algo cosas sobre su hija, así que apenas había ninguna diferencia.
-No, Langley, no es culpa tuya… ¿Así que estás diciendo que el ladrón también sabe sobre mi hija?
-Lo siento. Es muy posible que su hija esté ya en las garras del criminal.
-Ah, ya lo escuché de Scotland Yard.
Carlton soltó un largo suspiro y miró el suelo. Era la peor situación.
El tercer hijo frunció el ceño.
-Ya veo. Pero no debería confiar en la policía. En este momento, mi hermano mayor está recopilando información por medio de la publicación en los periódicos de toda Gran Bretaña de la descripción del ladrón, y ofreciendo una recompensa por la información. Y también nos gustaría contar con su ayuda, profesor.
-Claro, si hay algo que pueda hacer…
-Ha habido un informe de que dos personas que se parecen a su hija y al ladrón iban en un tren hacia el este desde Scarborough. Si está siendo obligada a ayudar al ladrón en la búsqueda de la piedra, quizá haya un lugar en esa dirección en el que considere que la piedra podría estar.
-Pero, a diferencia de mi hija, yo no estoy particularmente bien informado sobre las hadas.
-Aun así, usted tiene más conocimientos que nosotros, sin mencionar que la seguridad de su hija depende de usted.
El tercer hijo le dio un papel con la copia del verso, así como un mapa. Le dijo que el mapa estaba marcado con los lugares que tuvo el conde Ashembert y que estuvieron vinculados con la Estrella de los Merrow hace 300 años.
¿Dónde habría ido Lydia?
-Además, profesor, nos gustaría pedirle que nos acompañara para salvar a su hija.
-Naturalmente, iré con usted. ¿Podemos irnos de inmediato?
-Sí, pero necesitamos saber hacia dónde.
-Lo pensaré de camino.
Era la primera vez, incluso para Langley, que Carlton tomaba tan rápido una decisión sobre algo que no estaba relacionado con el trabajo.

[Final del capítulo 3]

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