Título: Mi orgullo y tus prejuicios
Autora: Alissa Brontë
Editorial: Kiwi
ISBN: 9788417361754
Sinopsis: Sara tienen miedo, a pesar de que ya conocía su destino, pero saberlo de antemano no lo hace más fácil. Volará a Corea, un lugar lejano y diferente del que no comprende sus costumbres, pero al que tendrá que adaptarse ya que su futuro esposo, o el futuro negocio que va a cerrar su padre, es de allí.
Tras de sí dejará amigos, un amor y un hogar que no es perfecto, pero que le es conocido, y se zambullirá en otro del que apenas conoce nada.
Al llegar, no solo se topará con un mundo opuesto al suyo, sino con un guardaespaldas que pondrá su interior también patas arriba.
También conocerá a su prometido.
Un internado, peleas, grupos, soledad… Y lo único que la mantendrá en pie será su orgullo o, tal vez, lo que la haga caer sean los prejuicios.
Opinión: Es una verdad universalmente conocida que yo esperaba que esta historia fuera un retelling de Orgullo y Prejuicio (¿se le puede llamar retelling a algo que no es un cuento? Uhm…). Porque es que, vamos a ver, con ese título cualquiera lo hubiera pensado… ¿No? Me parecía un guiño muy evidente, pero la sorpresa al ver que no tenía nada que ver no tiene nombre. Aun así, ya me había picado la curiosidad por la historia (y es muy corta), así que seguí leyendo para ver cómo se desenvolvía.
Una vez más, la historia comienza con un matrimonio concertado (sí, no sé, de repente tengo un imán con esos inicios sin buscarlos: Besar a un ángel, Belleza cruel…) entre una adolescente española de buena familia y un coreano multimillonario. Un matrimonio de negocios, se podría decir, para juntar dos grandes imperios económicos de dos países. ¿Os sorprende que la protagonista sea española? Pues es que, a pesar del nombre (pseudónimo, seguramente) de la autora, no es foránea. Pero volvamos a la historia, que esos detalles ya los sacaré a relucir más adelante. A Sara, que es como se llama la protagonista, la mandan a Corea (del Sur) para conocer a su prometido (que ni lo ha visto ni sabe su nombre; ya me contaréis qué clase de persona es que no siente ni curiosidad por los detalles más básicos). Y no solo eso, si no que no tiene ni idea del idioma más allá de presentarse y de saludar y agradecer (lo primero que aprendes de un idioma, vaya). Aquí podrías pensar que es así porque está en fase rebelde y que se niega a llevar a cabo esta transacción, que no quiere abandonar ni olvidar a Diego, su ¿ex?, porque está enamoradísima de él… Pero tampoco es así. Es verdad que ella misma se sorprende de lo rápido que supera la ruptura y el «dolor» de separarse y de que él se vaya a casar con otra (porque es que, según dice Sara, literalmente, en España, «los matrimonios concertados son de lo más común, pero se guardan las apariencias»), pero me ha resultado muy surrealista. Si esa es la forma de amar que tiene, no me puedo creer nada de ella. Y, no sé, pero yo vivo en España y no diría que esa afirmación sea muy correcta. Hace siglos, todavía, pero… ¿en pleno siglo XXI?
Otro detalle que me ha chocado respecto a la propia cultura española (ya entraremos en la coreana) es que la chica se sorprenda cuando le dicen que deberá asistir a un instituto preparatorio, que es habitual de Corea, durante dos años antes de la Universidad. Y lo llama Preparatoria. ¿Es que Sara no sabe que en España existe el Bachillerato, que es exactamente lo mismo? Preparatoria es como lo llaman en México, lo cual me da a entender que la autora se ha documentado viendo doramas coreanos, subtitulados en español latino. Y si no es el caso no entiendo nada. Y no es solo ese detalle el motivo por el que me ha asaltado ese pensamiento, sino porque en varias escenas diferentes algunos personajes utilizan este insulto: «¡Eres un bastardo!». Y, lo siento, pero no. En español nadie dice eso como un insulto, lo más natural sería «Eres un hijo de puta». Es una traducción clarísima del inglés («You’re a bastard!») que sí es cierto que aparece en muchos doramas, pero con una traducción amateur (que no le resto valor al trabajo de los fansub, que sé lo que es eso, conste; pero es que precisamente son eso: fans, no profesionales como alguien que publica).
Y ya que hablamos de doramas… Es que durante la estancia en el instituto no he podido evitar recordar el de Hana Yori Dango (que en la versión coreana es Boys over Flowers) porque parece que solo asisten los ricos inmaduros y maleducados que se creen reyes del mundo y que, por cierto, hablan cuatro idiomas: coreano, inglés, chino y luego el español lo cogen de optativa en esta «Preparatoria» (el cual dominan con tan solo un año de clases, por cierto) porque el resto ya lo hablan super fluido. Para que veáis que no me lo invento, en el propio libro dicen que «el chino lo aprenden de pequeños como segunda lengua extranjera»… ¿Y el inglés? Supongo que ese nacen sabiéndolo, como la propia Sara. Colegios bilingües para todos (imagino, porque en ningún momento lo dicen). En fin. La realidad es que en Corea estudian el inglés como segunda lengua como en España, no el chino, y lo hablan como aquí podríamos hablarlo nosotros si solo lo estudias en el colegio: con dificultades porque el nivel que alcanzas no es ni de lejos tan bueno como para defenderte y, mucho menos, tener conversaciones complejas. Pero, oye, que estos llevan estudiando español un año y solo se comunican con ella en su idioma…
Pero bueno, puedo suspender un poco la credibilidad diciéndome a mí misma que son ricos y que tienen una formación diferente al resto de coreanos de a pie. Lo mismo que Sara, que su inglés es bilingüe completo porque su mejor amiga (a la que no vuelve a mencionar, ni siquiera pensar, durante su estancia en Corea) es británica. ¿Que cómo se hicieron amigas? Ni idea, si ni siquiera sé qué relevancia tiene ese personaje en la historia. A lo mejor estoy haciendo demasiado hincapié en lo del idioma, pero es que se me ha despertado mi vena lingüista y no puedo evitarlo. No obstante, hay otro detalle que no he podido pasar por alto. Entiendo que Sara aprenda algunas palabras coreanas y las utilice. Genial. Pero que no haga ninguna mención al hangul me ha incluso ofendido. No puedes estudiar un idioma con las palabras romanizadas, igual que no puedes escribirlas así (y hace exámenes y eso, por lo que tiene que utilizarlo a la fuerza). El coreano tiene su propia escritura y es lo suficientemente compleja como para que te quieras morir a la hora de estudiarlo. En ese sentido, la documentación ha brillado mucho por su ausencia y todo ha sido muy superfluo, muy poco trabajado y para nada verosímil. Por no mencionar que en la novela dice que el judo es un arte marcial coreano, cuando no es así. El judo y el karate son japoneses. Lo que es coreano es el taekwondo.
Vale, ya dejamos el tema del idioma. Pero recordad que en la vida real, ir a un país extranjero (asiático, sobre todo, donde prácticamente nadie de a pie habla inglés) es más duro si no tienes ni idea de la lengua del país. No os vais a encontrar mapas en vuestro idioma (eso me marcó cuando lo dice, que el mapa del instituto está en los cuatro idiomas…), ni os vais a poder explicar a gusto, y es incluso posible que te sientas abandonada porque son una cultura cerrada a quienes no les gustan los extranjeros. Aunque Sara se siente a veces incómoda por no entender lo que dicen cuando hablan coreano, no me ha trasmitido esa sensación de desamparo de «¿qué estoy haciendo aquí? Este no es mi sitio. Quiero volver a casa. ¿Por qué todo es tan complicado?». No sé, los pensamientos normales que cualquiera en su situación tendría. Pero, claro, como ella lo tiene todo tan fácil que puede comunicarse con total normalidad y hacerse entender…
Para cambiar de tema, hablemos de Dak-ho, ¿vale? ¿Sabéis ese típico personaje masculino que es así como bipolar, malote, que en un momento te ignora y en otro te besa? Pues ese es el prometido de Sara. Sí, el típico personaje que levanta polémicas por su actitud tóxica, ese. Tiene todos y cada uno de los estereotipos: se mete en peleas ilegales (como Hache en Tres metros sobre el cielo, pero cambiando carreras por peleas), es maltratado (como Hardin, en After), etc, etc. Creo que os podéis hacer una idea. Trata a Sara como le viene en gana y ella incluso se enamora de él porque es «un chico malo». Todo lo arregla a golpes y mantiene una actitud de indiferencia constante (como si su pasado o su estilo de vida fueran una excusa para su comportamiento). Te hace daño, te ataca verbalmente, te ignora, te besa… Todo cuando él quiera porque eres de su propiedad y no tienes nada más que obedecerlo. Él es el amo y tú su sirvienta. Tienes que hacer todo lo que diga porque la confianza no es una palabra que forme parte de su vocabulario… Vamos, una relación tóxica en toda regla. Y esto es un peligro porque hay quienes idealizan y romantizan este tipo de comportamientos con el pensamiento final de cuentos de hadas de «pero luego cambia». Y lo trasladan a la vida real. Y en la realidad nadie cambia nunca. La gente es como es. A ver, tampoco voy a ser una hipócrita, a mí estas historias me han gustado siempre, pero no son buenas. Sobre todo cuando no te das cuenta de qué estás leyendo y comienzas a normalizarlo y aceptarlo. Por eso considero que Dak-ho hubiera sido mucho más interesante si, aunque lo mantengas como un tipo misterioso, no lo conviertes en un gilipollas celoso y violento.
Una de las cosas que más me intrigaba de la novela conforme la leía era el target que tiene: new-adult (lo pone en la portada incluso), pero no veía nada que se pudiera considerar como tal. En serio. Para mí es un young adult, clásico: están en el instituto (no en la universidad, donde poder catalogarse como «adultos recientes»), hay mucha tensión sexual, pero nunca van más allá de un beso tórrido (es más, hasta se escandaliza de que pueda pensar en estar con la puerta cerrada en una habitación a solas), y todos los problemas que tienen son de instituto (bullying, inmadurez por todas partes…), así que no entendía el target. Hasta que llegamos al epílogo, totalmente innecesario, que lo argumenta. De verdad que no era necesario. Si querías meter escenas de sexo, haber aprovechado todas las ocasiones en las que se excitan porque ahí sí lo pedía. Pero, claro, supongo que ahí entran los prejuicios hacia los coreanos de que son muy puritanos (??). Son hombres, por favor, qué me estás contando.
Y hablando de cosas innecesarias… Toda la narración está en primera persona, desde el punto de vista de Sara. Y eso está bien. Es más, el tono y la narración como tal (dejando a un lado las erratas fáciles de arreglar que he visto y que me han puesto nerviosa porque, de verdad, eran muy fáciles de corregir -la deformación profesional me persigue-) me han gustado mucho. La lectura ha sido muy amena y entretenida y el ritmo, muy fluido. Ante eso no tengo ninguna queja; el estilo está bien y por eso le he visto mucho potencial (lo que pasa es que la historia tiene tantas pegas que se descompensa, pero lo valoro todo, no solo lo malo). Por eso, cuando en el capítulo final de repente me cambia la voz narrativa porque sí, me descolocó. Si la historia me la está contando Sara, ¿qué pinta ahora Dak-ho con sus pensamientos? Si la historia hubiera estado escrita a dos voces, ese capítulo tendría sentido. E incluso podría haber rebajado el ambiente hostil de Dak-ho y no haberle percibido tanto como un imbécil redomado y haber podido empatizar más con él de saber sus pensamientos más íntimos.
En conclusión: es una historia muy inmadura que podría haber mejorado bastante puliendo muchas cosas, pero con una pluma a la que le veo potencial. No me ha aburrido la narración en ningún momento, lo cual es un punto positivo, pero me ha hecho desesperar en cuanto a la relación de los personajes y la trama. El cambio, por ejemplo, que sufre Hyo es demasiado radical e inexplicable (¿por qué le dice que la esperará si él está prometido también? No tiene ningún sentido), así como muchos comportamientos que nacen del «porque sí». A los personajes les ha faltado un poco de personalidad individual, de desarrollo personal, incluso. La historia se me ha quedado como incompleta por eso, además de que es muy corta y se podría haber aprovechado con más profundidad.
Impresión general
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Puntuaciones
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Personajes: 5
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Amor: 4.5
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Estilo: 7
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Trama: 5.5
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Documentación: 3
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