Pepita Jimenez

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Escuchó el hacedor hablar de la caída de un santo en manos de una arpía disfrazada de santa.

Título: Pepita Jiménez
Autor: Juan Valera
Editorial: Muchas
Páginas: 393 (con prólogo y demás)
Sinopsis:  El joven seminarista Luis Vargas vuelve a su pueblo natal para pasar una vacaciones antes de ordenarse definitivamente sacerdote. Allí conoce a Pepita Jiménez, joven, bella y piadosa viuda, prometida de don Pedro, el padre de Luis. Con la frecuencia de su compañia nace en Luis una pasión hacia Pepita que él considera pecaminosa, lo que le impele a partir cuanto antes del pueblo.

Opinión: Como supongo que habréis podido notar, este año estoy estudiando la Literatura de los siglos XVIII y XIX españoles. Hemos llegado, por fin o por desgracia, a uno de esos momentos tan interesantes en los que reinó el realismo literario, cuya máxima aspiración era mostrarnos cómo estaba hecho el mundo. Personalmente, nunca me ha gustado el realismo, si bien el costumbrismo, esa parte del realismo que se centra en las costumbres de la gente, me ha parecido mínimamente interesante, siempre he pensado que la realidad ya está a la vista de todos, y que puede disfrutarse lo mismo o más con una historia fantástica bien contada. Tengo que reconocer que esta obra me ha asombrado.

Muchos hablamos de la poca credibilidad de los personajes, sobre todo de los procesos románticos tan forzados a los que se ven abocados porque, admitámoslo, somos hijos de nuestro tiempo y buscamos alguna historia de amor en muchas de las páginas. Pues bien, en esta novela nos encontraremos una de las historias de amor mejor desarrolladas, si bien es cierto que un tanto descompensadas, porque nos mostrarán uno solo de los lados, que tiene la literatura española. O por lo menos eso dice mi profesor. Tengo que darle la razón en cuanto a que psicológicamente, el autor lleva al personaje masculino directamente hacia el amor pasito a pasito y haciendo al lector consciente de cada uno de esos pasos… siempre y cuando el lector sea capaz de leer un poco entre lineas. El personaje masculino es un seminarista, para todos aquellos que no sepan lo que es esta rara especie en peligro de extinción, son jóvenes, normalmente criados por la Iglesia, que han tomado la decisión, tras estudiar en un seminario, de tomar los hábitos y hacerse sacerdotes, y el personaje femenino es una aldeana viuda rica. Cualquiera pensaría con ese panorama que ha sido el seminarista el que ha ido a conquistar a la dama porque dudase de sus creencias. Nada más lejos de la realidad, el pobre del seminarista está convencido de que su papel en la vida es ser misionero lejos de allí, la mujer le caza lentamente seduciéndole sin que él se dé cuenta hasta que es demasiado tarde. O eso dice mi profesor. Muchos críticos dicen lo contrario, que es la debilidad del seminarista la que le lleva a caer. Yo tengo que dar la razón a mi profesor, prácticamente desde el principio se ve cómo Pepita ha decidido cazarle.

Alexia: Y aquí es donde entro yo para decir que estoy en contra de esa visión. La pobre Pepita no lo hace con ninguna intención. Simplemente el amor surge y Luis cae rendido a sus sentimientos y nuevas emociones. Si alguien ve una intención «maligna» en la pobre chica, o bien es un chico y siente la necesidad de ir contra la mujer y defender a su sexo, o bien tiene un problema. Se ve que el seminarista es un tipo que se cree superior a cualquiera que le rodea, ya que él es un hombre culto y de ciudad que ha ido a parar a un pueblo perdido de la mano de Dios. Y esa superioridad, egocentrismo y engreimiento se nota desde la primera página desde que escribe a su tío el Deán (la primera parte de la novela está compuesta únicamente por esas cartas que escribe y en las que cuenta lo que le ocurre). Debido a que ha recibido una educación ejemplar (va a servir a Dios, al fin y al cabo) considera a todo pueblerino por debajo, aunque no llega a pensar mal de nadie en ningún momento. Excepto cuando es incapaz de ver que se está equivocando y culpa a la pobre mujer que tiene a tiro.

Pero bueno, dejando a un lado la historia y el papel que otorga a la mujer de «tentación y arpía que busca hacer pecar al hombre para cazarle» (y dale…), tenemos una historia bonita, según mi profesor la palabra correcta es «amable», aunque si no me fuera a hacer examen probablemente la encontraría más amable, y, desde luego, sencilla de leer. Si bien es cierto que en muchos momentos el autor utiliza una retórica relativamente eclesiástica y filosófica, que queda extremadamente extraña en boca de una pueblerina como la Antoñona, la verdad, pero que, por otro lado, queda muy bien en boca del seminarista y no tan bien en boca de Pepita. Sin embargo, esos momentos son pocos y dispersos, mientras que lo que sí vamos a encontrar son muchos más momentos introspectivos de los que suelen suceder en las novelas actuales y, sobre todo, una aproximación a los personajes muy distinta a la actual. No parece que quiera que sintamos lo que siente el personaje, pues en la segunda parte de la novela, los Paralipómenos, nos cambia la voz narrativa y se va a una tercera voz mucho más… cómo decirlo… humorística hacia todo lo que está sucediendo, surgiendo en muchas ocasiones un tono irónico que traerá una sonrisa a vuestro rostro. La tercera parte, «las cartas de mi hermano» nos cuentan lo que todos hemos querido saber en todas las historias que sucedió durante el «y comieron perdices». Vale, admito que en Harry Potter muchos hubiesen preferido no saberlo.Alexia: Es curioso que todos coincidan en que la primera parte sea la mejor escrita porque muestra muy bien todos los sentimientos y la evolución que Luis experimenta sobre ellos. Sin embargo, el tipo es muy cansino. Tanta reflexión y tanta devoción es soporífera. De no ser porque las últimas cartas son geniales, no sé cómo habría sido capaz de continuar. Por otra parte, sin embargo, los paralipómenos son muy ligeros, porque hay diálogo y cambia la voz narrativa (que se sigue debatiendo quién podría ser esa voz, por cierto). Y aún así, se nota que le falta algo a esta segunda parte. No es tan profunda, ni interesante. Y deja una sensación muy abierta e intrascendental.

En definitiva, un libro con el que podréis discutir tranquilamente, y que, sin duda, amenizará vuestras charlas de literatura. Es un libro que se lee bien, aunque habrá partes que os gusten más como a Alexia, y otras que os gusten menos. Es un libro que debería leerse más, pero no es parecido a nada de lo que se lee actualmente así que probablemente cueste un poco hacerse con el tono. Y hay que tener en cuenta el contexto en el que se desarrolla, es decir, la España del siglo XIX y sus ideas eclesiásticas.

Impresión general
Puntuaciones
Trama: 7
Personajes: 8
Estilo: 7
Reflexiones 9
Coherencia: 7

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