Normalmente nuestras reflexiones tienen que ver con el mundo blogger o con la literatura, pero, a raíz de los incidentes de ayer, me he decidido a hacer una pequeña reflexión sobre el papel del lector en las firmas. Quizá con la frialdad que da el haber dormido y haber estado pensando sobre lo que sucedió ayer ayude a comprender mejor y a establecer mi opinión de una manera menos visceral.
Primero un poco de contexto. Ayer fue la charla de Laura Gallego en el ámbito del Salón del Libro Infantil y Juvenil, debido al Premio Nacional que ganó con Donde los árboles cantan. Después de la charla, que se merece en muchos puntos una reflexión detenida, llegó el momento en que nos situamos en la eterna fila para conseguir firmas. A partir de aquí suceden una serie de dislates a cuál más entretenido. Primero, sin tener en cuenta la longitud, nos consideran los últimos y se sitúa un guarda para evitar que nadie se coloque tras nosotros. Con esto, implícitamente, estaban diciéndonos que hasta nosotros era seguro que llegaríamos a la firma (aún cuando de haber sabido el horario con exactitud la mayoría lo hubiéramos dudado), sin embargo, a eso de las ocho, cuando ya estábamos cerca de la primera puerta del Centro Conde Duque, nos dijeron claramente que no llegaríamos a la firma. A pesar de lo cual no nos decían claramente que no iba a llegarnos sino que a las nueve dejaba de firmar, cosa muy distinta. Por lo visto, algunos de los padres de niños que llevaban esperando bastante no se lo tomaron bien y empezaron a discutir con los guardas,hasta el punto de que estos últimos considerasen necesario llamar a un contingente de la Policía para desalojar una firma de libros. Realmente nadie se lo creía cuando nos amenazaron con ello… así que permanecimos en la fila, sin generar ningún problema hasta que llegaron los policías que, con mejores modos que los guardas, nos informaron amablemente de que no podría continuar. Sin embargo, un padre en particular no se lo tomó nada bien y empezó a gritar y a insultar a Laura Gallego mientras esta salía escoltada por la Policía. Evidentemente algunos fans defendimos a Laura de los gritos del energúmeno ese, al que incluso sus hijos le decían que ya bastaba.
Todo esto me hizo pensar. Vamos a empezar situando tranquilamente cuáles son los verdaderos problemas a los que nos enfrentamos en las firmas: el egoísmo, el querer pasar primero y la decepción de que no todos podemos conseguirlo. Es evidente, dado que casi siempre hay problemas cuando nos encontramos con firmas multitudinarias, que estos problemas son de difícil cuando no de imposible solución. Ese egoísmo representado en llevar más de un libro del autor para la firma, en introducirse en la fila subrepticiamente adelantándose a gente que lleva horas esperando, en mirar a los demás que van a por la firma como si fueran competidores en la misma carrera. Ese egoísmo solo consigue detalles como el hombre que, pensando que protegía a sus hijos ayer, no se le ocurrió otra cosa que echar la culpa a Laura e insultarla. No digo que no sea una reacción normal de padre, pero sus propios hijos se alejaban de él ante el espectáculo, así que todos los que le rodeaban tenían claro que no era una reacción correcta.
Supongamos por un momento que esto de verdad fuera una competición, cosa que ninguno de los autores realmente quiere, ese hombre hubiera sido descalificado por conducta indecorosa desde el mismo momento en que empezó a quejarse, porque en cuanto empezó a quejarse con malos modos sabíamos que iba a liarla. Pero no es cuestión de focalizarlo en una sola persona, porque vimos a mucha gente que, a pesar del aviso de que era un solo libro por persona, llevaba más de uno. Lo peor de esos, es que tampoco puedes increparles demasiado, porque siempre buscan el truco para evitar ese problema, ya sea dividirse entre varios amigos los libros, ya sea simplemente estar el primero de la fila y por tanto poder decir que ha estado esperando más que nadie. El egoísmo es una constante contra la que la única posibilidad son unas normas claras, y respeto a las mismas por parte de la gente, y una organización que sepa lo que se hace.
Porque asumámoslo, si la organización del evento hubiera sido clara en sus decisiones, «Hasta aquí significa hasta aquí y los demás os tenéis que ir», o incluso, «a partir de aquí no va a firmar más libros, solo podéis hablar con ella unos minutos», en vez de desentenderse y mosquearse cuando nadie les hacía caso, porque no se entendía a qué se referían, es más que probable que no hubiera habido tantos problemas. No nos engañemos, la mayoría ante frases como las primeras nos hubiéramos quejado pero nos hubiese quedado claro, aunque conociendo a Laura supusiéramos que seguiría firmando fuera del tiempo. El problema es que ante la vaguedad de la información aportada por el centro, y las amenazas, ridículas, de llamar a la Policía para desalojarnos (como si fuéramos una amenaza, aunque visto lo visto… hasta es comprensible) es lógico que varios padres se sintieran molestos. Aquí es importante resaltar ese detalle. Los padres se sintieron molestos, los niños decepcionados, y la autora, por cómo salió, aún más decepcionada. No fue una situación donde ninguno saliera contento. No creo, ni siquiera, que los propios organizadores del evento estén contentos con la gestión que se hizo de una situación molesta.
Es interesante pensar que esto sucede más en las firmas de literatura juvenil que en las de literatura adulta. Venga, ahora todos pensaréis, claro como son jóvenes la arman más. No. Lo interesante es que quienes de verdad la arman no son los jóvenes, sino los adultos acompañantes. (No podemos olvidar a las dos mujeres que se recorrieron la fila de la presentación de Dónde los árboles cantan, buscando alguna infracción) Es decir, los que se suponen responsables y modelos para esos jóvenes son los que les educan con su modelo de egoísmo y de saltarse las normas para conseguir lo que se quiere. Y si no lo consigues, busca un culpable, a ser posible alguien que no pueda responderte, que así puedes quedarte tranquilo soltando tu frustración.
En definitiva, cuando vamos a una firma todos aceptamos determinados hechos: Hay un horario límite, el autor tiene un límite físico para firmar, y la organización tiene que ser capaz de informar correctamente a la gente que espera con ilusión su firma. Si eso no se cumple por parte de la organización, es lógico que se genere descontento. Ahora, estaría bien que la gente se diera cuenta de que el problema es de la organización y no del autor. Porque él, como cualquier persona que ve a gente ilusionada con lo que hace, es el primer interesado en firmar y hablar con todos los que han encontrado en su obra algo maravilloso. Y también que todos aceptáramos que cuando se supera el horario, se ha superado y no tenemos por qué esperar que siga más allá.
Buena entrada Khardan.
La verdad es que ya dije todo lo que pensaba. Fue culpa de muchos, no solo de uno. Se hicieron muchas cosas mal.
Aún así no puedo dejar de indignarme con el comportamiento de algunos.
Vaya… 🙁 Hace poco estuve en una firma de libros de Laura y todo fue como la seda. Nadie se enfadó, la fila se respetó y Laura estuvo encantadora con todo el mundo que se acercó a ella. Y solo había dos chicas organizando un poco la fila. Una pena que no siempre sea igual 🙁
Me ha gustado la entrada. Entiendo la frustración de la gente que va a un evento y luego se queda sin firma (seguro que hay gente que se desplaza de ciudad y todo…) pero no se pueden perder las formas. Nadie tiene la culpa de que un autor mueva masas.
Lo que podrían hacer desde la organización es hacer varios días seguidos de firmas, incluso cogiendo número por Internet o algo, en los casos en los que se espere mucha gente, para que nadie se quede sin firma…
Tengo ganas de ir a una firma de Laura 🙂
Espero que no haya más líos 😉
bss
Madre mía, la que se ha liado… O__O Mi cara era un poema mientras iba leyendo.
No sé muy bien qué decir. Las normas son las normas, y puede fastidiar más o menos, pero es lo que hay y hay que respetarlo. :/ Es verdad que muchas veces los que meten bulla son los padres.
Mi padre era uno de los que se avergonzaron por lo que pasó y la lió bastante llamando 'sinverguenza' a Laura… la verdad es que me avergonzó muchisimo que por mucho que mi padre me quiera protejer se ponga a insultar a mi gran admirada Laura Gallego, pero despues de hablar con el se arrepintió de lo que dijo y se dio vuenta, despues de que se lo contara yo, que todo era culpa de la organizacion y no de Laura, de echo quiere pedir disculpas a Laura por lo que paso. Yo salí decepcionado por los que habian organizado eso y porque salí sin firma despues de haber estado 2 horas esperando en la calle con el frio que hacia pero que se le va a acer, la culpa no es de Laura y punto y solo decir eso, mi padre se disculpa a todo el mundo que le aya molestado incluido a mi, y esque la rabia aveces hace que la gente reaccione de maneras muy malas
Esto me hace recordar a cómo organizó generación x la firma de todo el día de Martin. Fue una gozada: la gente llegaba a la parte principal de la tienda, preguntaba sobre la firma y ellos te daban una tarjeta con una hora (si llegabas antes, como una amiga mía y yo, escogías la hora) y con el grupo que te tocaba. Aforo máximo controlado, no había aglomeraciones, ni colas y te daba tiempo a decirle hola a Martin y a hacerte una foto con él sin agobios (además, dejaban claro a todos al llegar, que solo firmaría uno por persona o dos partes de un mismo libro). Es un modelo que se debería trasladar a firmas grandes, porque eso ayuda a hacerlo todo más fácil y dinámico, a que el autor no trabaje de más ni tampoco haya malos rollos así. Xa-LFDM
PD: os juro que cuando lo leí la primera vez, creí que era una inocentada 😛