Es una verdad universalmente conocida que mi tropo favorito en la literatura es el amor/odio, también conocido como «enemies to lovers». Ese en el que dos personajes comienzan cayéndose mal y, con el tiempo, acaban por darse cuenta de que los polos opuestos se atraen y empiezan a tener sentimientos contrarios al odio hacia el otro. He buscado y consumido muchas historias con esta característica y me he dado cuenta de sutiles diferencias que me gustaría reflexionar hoy con vosotros. Vamos allá:
No es coincidencia que haya empezado la introducción con un guiño a mi clásico preferido: Orgullo y Prejuicio. Podríamos decir que es el enemies to lovers por excelencia: Darcy y Lizzy se odian desde el primer momento en el que se conocen; él con sus prejuicios hacia ella y lo vulgar de su familia, y ella con su orgullo de «pero este de qué va; ni con un palo me acerco a él». Este es el ejemplo claro y perfecto de este tropo.
No obstante, tras una larga lista de títulos, he observado que últimamente este tropo se va difuminando un poco. Supongo que es inevitable. Pese a que es un elemento común, los escritores tienden a innovar y a intentar darle un giro a las cosas para destacar. De ahí que naciera el tropo «rivals to lovers». Podría parecer que es lo mismo, pero la diferencia entre enemigos y rivales existe. No es lo mismo una persona a la que odias, a quien no te acercarías ni aunque te pagaran, que un rival, con quien no tienes más remedio que enfrentarte una y otra vez y competir. En realidad, aunque parezca evidente, es una diferencia sutil, pues en ambos casos se produce alguna situación para que ambos se tengan que acercar y cumplir el dicho de «el roce hace el cariño». Por eso, aunque esté de moda referirse a los tropos por sus categorías en inglés, yo siempre he preferido llamarlo amor/odio, porque eso engloba todas las posiciones en las que se encuentren los protagonistas.
¿Queréis un listado de libros con amor/odio para poder metéroslo en vena como yo? Seguid leyendo y lo tendréis, no os preocupéis por eso, porque voy a estar mencionando títulos como ejemplos (y puede que al final un listado de más que no haya puesto). Pero antes me gustaría seguir hablando un poco más de este tema. Otra cosa de la que me he percatado en mi afán por consumir esta droga (soy adicta a este tropo, lo reconozco) es que últimamente (al menos en las novedades que he leído) el «enemies to lovers» es completamente unilateral. Y eso es algo que al principio lo dejas pasar, pero luego, al ver la recurrencia, te empieza a llamar la atención. Tanto, que se te ocurre la idea de hacer una reflexión al respecto. ¿Será una evolución a la que en un futuro conoceremos bajo otro nombre en inglés?
Es cierto que el «fake dating» es otro tropo que suele estar ligado al amor/odio, pero como no es algo obligatorio, simplemente lo considero como un elemento diferente. A fin de cuentas, no es un requisito indispensable que se odien para que simulen estar saliendo juntos. Aunque en «La hipótesis del amor», de Ali Hazelwood y en «Farsa de amor a la española», de Elena Armas, le viene que ni pintado a la combinación de amor/odio unilateral, donde la rivalidad existe por meros malentendidos de la chica, mientras el chico está enamorado hasta las trancas de ella desde el minuto uno y no sabe qué hacer con tanta hostilidad, ni cómo aprovecharla.
Otros ejemplos que podría dar de este tropo unilateral serían «La química del amor» de Ali Hazelwood, otra vez, y «Una luna sin miel», de Christina Lauren (aunque el hecho de que le sobren secundarios y estropee la historia al final me hace no poder asegurarlo del todo). En el caso de «Cariño, cuánto te odio», de Sally Thorne, podría decir que también sucede lo mismo (pero los piques de estos dos molan más). No es una evolución de ambos, sino solo de uno de los personajes (normalmente la chica), donde vemos la paciencia que ha de soportar el chico hasta que al final consigue lo que siempre ha deseado.
Aunque este tropo es mi favorito (por si aún no había quedado claro) también me gustaría decir que no todo vale. Por desgracia, hay escritores que no saben usarlo y lo que es algo maravilloso, lo convierten en una blasfemia. Para empezar, la gracia de este elemento es que los personajes no se soporten, se piquen, se lancen miraditas de desafío, medias sonrisas llenas de superioridad, QUE JUEGUEN. Que sus interacciones provoquen chispas, anhelos, y donde, pese a la enemistad, SE RESPETEN. Y de ahí el roce hará el cariño. Pero lo que no me puedes hacer, señora L. J. Shen, es crear historias tóxicas utilizando esa premisa. NO. Alejaos de esa autora si lo que buscáis es amor/odio de verdad. Y, ojo, me he leído hasta tres novelas suyas para poder decir esto: «El ladrón de besos», «Vicious» y «Ruckus» (que en este la toxicidad mejora, pero sigue sin ser lo más).
A estas alturas, habréis podido ver que este tropo abunda sobre todo en novelas románticas. Pero no os engañéis: no es exclusivo. Así, en la trilogía de fantasía de «Los habitantes del aire» (El príncipe cruel, El rey malvado y La reina de nada) o tetralogía si contamos «Cómo el rey de Elfhame aprendió a odiar los cuentos», de Holly Black, podemos ver este mismo tropo equilibrado con una historia llena de tramas palaciegas, secretos y destierros, que se sitúan y catalogan dentro de la literatura fantástica. Al igual que sucede en «Una corona de sombras», de Tricia Levenseller (a ver cuándo salen los siguientes libros, que se supone que es trilogía).
Si bien otros títulos como la trilogía de «El amor más allá del tiempo» (Rubí, Zafiro y Esmeralda), de Kerstin Gier, contiene fantasía (o ciencia ficción) entre sus páginas, no lo confundáis con novela de fantasía. Si la historia de amor tiene más peso entre las páginas del libro, por mucho trasfondo fantasioso que tenga, sigue siendo una novela romántica. Si, por el contrario, es la trama y el mundo lo que persiste, como sucede con la trilogía de fantasía clásica «La rosa del profeta» (La voluntad del dios errante, El paladín de la noche y El profeta de Akhran), de Margaret Weis y Tracy Hickman, aunque tenga historias de amor y unos personajes entrañables, será de fantasía. Y si ambas cosas están tan equilibradas que la balanza no se inclina hacia un lado más que otro, entonces entraremos en un debate lleno de subjetividades para poder catalogarlo.
Dicho esto, y pese a que ya he mencionado un montón de títulos con el tropo de amor/odio (todos los que he puesto lo tienen, de verdad), voy a recopilar otros tantos que conozco en la siguiente lista para que os deis el atracón del siglo. Creedme, sé de lo que hablo.
- The Duff, de Kody Keplinger (él no la odia, le es más bien indiferente; pero ella sí que no lo soporta).
- P.D: Me gustas, de Kasie West (ay, las notitas).
- Hasta que el infierno nos separe, de Sarah Hogle (lovers to enemies to lovers again xD).
- De Lukov con amor, de Mariana Zapata (odio en la pista de hielo).
- Amor inesperado (Love me 2), de Elle Kennedy (el resto de entregas no tiene el tropo como esta).
- Cómo (no) enamorarme, de Myriam M. Lejardi (mucha locura entre casi hermanastros).
- La bruja blanca (Asesino de brujas 1), de Shelby Mahurin (solo el primero, sí; otro ejemplo de fantasía).
- Orikel. Oliver y Aubree (Los héroes de Luria 1), de Isabel Collazo González.
Luego hay otros tantos que podría parecer que sí, pero es tan poco tiempo el que pasan peleándose que se desinfla muy rápido y no puedo considerarlo como tal. Es el caso de por ejemplo:
- Sucedió un verano, de Tessa Bailey.
- Rojo, blanco y sangre azul, de Casey McQuiston.
Si conocéis algún otro título de amor/odio que no haya mencionado en esta entrada, por favor, dejadlo en los comentarios para mejorar mi estado de salud. Gracias y espero que os haya gustado esta reflexión.