Reseña de Sólo tú puedes salvar a la Humanidad

En el desierto encontraron los hacedores una desvencijada taberna en la que descansar un rato de su extenuante viaje. Allí, en una esquina, casi destrozada, resistía una máquina recreativa llamada, los Invasores del Espacio. A Khardan esto le recordó una historia que había escuchado en algún lugar.

Título: Sólo tú puedes salvar a la humanidad

Año: 1992
Publicado en España: 2009
Género: Ciencia-Ficcion
ISBN: 9788448038243
Precio: 15€
Formato: Cartoné
Nº páginas: 186
Editorial: Timun Mas
Sinopsis: Si no lo haces tú, entonces, ¿quién? La imponente tropa alienígena del último juego de ordenador desfila con estruendo por la pantalla, mientras, Johnny se prepara para hacerlos saltar en mil pedazos. De repente, aparece en la pantalla el siguiente mensaje: «Nos rendimos»
Pero, ¿qué demonios significa esto? Se supone que ellos no deberían poder hacer algo así y, además, los mandos no tienen botones de «no disparo»…

Opinión: Bueno, tengo que empezar diciendo que es un libro bastante, por no decir muy, enfocado a los que vivimos la transición entre el fútbol del parque y el jugar a la videoconsola. Para aquellos que conocimos los ordenadores de ocho bits y vivimos la transición de los gráficos. Pero sobre todo, está dirigido a todos aquellos que alguna vez nos hemos enfocado tanto en un juego que el juego parecía casi real. Sobre todo si eras bueno y ganabas. Para empezar, el personaje de Johnny es muy interesante desde el punto de vista de los jugones de hoy en día: No tendría lugar en el “mundo de los videojugadores” actuales. Sería simplemente un “casual gamer” desde el punto de vista de que no juega para “ganar” como sí lo hace el resto de personajes.
Pero bueno, vamos a estudiar la idea principal que nos transmite Pratchett: La banalización de la información. ¿Nunca habéis sentido que, aunque os deberían dar pena todas las imágenes que la última campaña de cualquier ONG os muestra, en realidad solo sentís un eco lejano de esa pena? ¿No habéis pensado al ver los bombardeos de Kosovo o los de Irak, que casi parecían videojuegos más que realidad? Eso es de lo que nos habla Pratchett. De no ver lo que realmente existe sino solo lo más cercano a nosotros como lo real.
También trata otro tema, más cercano a los videojugadores, en qué punto un jugador deja de distinguir realidad de ficción. Ha habido a lo largo de los años muchas noticias, que horrorizan mucho más a los jugadores que a los no-jugadores aunque parezca que no, en las que un chiflado ha cogido un arma y se ha dispuesto a emular cualquier conducta que se ve en un videojuego. Y no, ningún jugador en su sano juicio salta sobre alguien que se dirige hacia él con ansias homicidas, ni saca una pistola de la nada y empieza a pegar tiros a los que le han “etiquetado” y atacado sin ningún motivo. Suelen tener motivos, pero sobre todo, más que ninguna otra cosa, tienen un problema psicológico acerca de la violencia. Yo veo a la chica ejerciendo esa violencia en la vida real. Johnny nunca lo haría, de hecho en el libro se muestra como lo que busca son las mejores soluciones que no involucren la violencia. Pero eso en los videojuegos no existe, o debería decir, no es tan divertido. Son una válvula de escape para muchos.
En cualquier caso, yo me identifico, y mucho, con Johnny. Quizá porque puedo entender muy bien muchas de las situaciones que describe, o quizá porque su personalidad, cercano a muy pocos, pero que realmente puede contar con ellos hasta en sus sueños que además se obsesiona y hasta que no soluciona un juego o un problema de lógica no se queda tranquilo. Confiado, estoico… sí, creo que puedo entender sus pensamientos. El resto de personajes son más borrones que otra cosa, no parecen del todo reales. Incluso, a veces, se mezclan las dos realidades.
He de decir que a mí me emociono conocer el fin de los “Space Invaders” una de las grandes amenazas que una nave de la Tierra fue capaz de enfrentar y destruir, una y otra vez. Es una historia que se relaciona directamente con mi infancia, no puedo negarlo. Las tardes en los recreativos o delante de ordenadores que solo mostraban grandes puntos para representar donde estaba tu personaje. En fin, que me tocó la vena nostálgica.